About the work
https://valentina-lujan.es/S/sobresaltos.pdf Mitad de un resto de olvido y un trozo de ayer borrado del álbum de algún contexto en que se movió sin ruido el lento raudal escaso de pequeñas armonías entre el venir de los tiempos y el marcharse, ya sin prisa, de un mañana que no espera remontar en su esforzada, fracasada turbulencia, de vientos que no es que soplen sino que arrasan y queman los rastros en que anidaron animados de impaciencia despertares sobre el salto, al vacio de la conciencia, descarnada y ya sin cuerpo para seguir en la brega que no lleva a ningún sitio ni hallará mayor grandeza que la pequeña esperanza que en algún lugar le queda a los quebrantos sufridos de nunca más soltar riendas que liberen, al galope, tendido en la sangre quieta que ya no corre alterada, presurosa por las venas buscando el latido errático que se demoró en la hueca vana sumisión a extraños, imposibles argumentos, que terminaron vencidos ruinas de su propio peso. 20 de mayo de 2011 Etiqueta: Entelequios Categoría: Prosa
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.