About the work
https://valentina-lujan.es/Q/bicolor.pdf
Bicolor singladura médula, retruécano cuarto adscribir, ratoncillo desmonte cucharón, dejando, por no quedarse atrás, el manojo de perejil en cualquier parte y continuar, como si tal cosa fuese cualquier otra menos disonante, ya meditando ya echando a andar a cuestas, vislumbradas en la lejanía que se le antojase vespertina, el saco de obviedades comparado – sin mucho criterio, reconoce – con un ahínco desmedido, deslizante, que le recuerda, no sabe por qué y se promete tan pronto la ocasión se lave las orejas estudiarlo, otros altares y otros dioses más estatutarios.
Pero – y ahora pregunta - ¿hay garantía alguna de que vaya a despertar en tiempo y hora?
– ¡Pues naturalmente!
Y que en qué demonios o indumentarias tan aviesas o astutas estaba pensando.
– Y me observa, la presiento ¡Ojillos tan amarillos! Ahí, inmóvil, medio escondida tras la figurita de Lladró.
Aunque me parece, que para qué emitir sonido alguno que me delataría, que se lo está inventando.
– Y apartó el platito, sin ni haberlo tocado.
23 de febrero de 2023
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.