About the work
http://valentina-lujan.es/U/unasaparienciasque.pdf que, engañosas como todas las de su calaña , se mostraban las muy ladinas predispuestas a dejarse ver de un perfil que, alegaban, daría una idea bastante aproximada de cómo no serían vistas de frente y a la luz implacable de los focos que, no de infección pero tampoco de vicio, propalarían hasta los últimos confines de lo razonable y de su radio de acción —o área de influencia si es que se daba la circunstancia de que el razonamiento no saliese redondo y, en consecuencia, el tan traído y llevado recurso del famoso 2 Pi R no sirviese o, aun sirviendo (dado que Pi fue siempre un número tan amable, solícito y bien dispuesto, que sin inmutarse en lo más mínimo ni en su entereza ni en su decimalidad se prestaba a participar en el planteamiento y hasta en la resolución de una variadísima gama de ecuaciones “entre las que nos encontraremos desde las más sencillas de primero y de segundo grado a otras tan complejas como las de Bernoulli y de Nernst que podéis ver en todo el esplendor de su máximo desarrollo aquí” ) no se pudiera aplicar por estar los examinandos careciendo de los conocimientos previos que no serían adquiridos hasta la hora siguiente y entiéndase como tal de cuatro a cinco una vez descontado el par de minutos o tres que los docentes perdían siempre por el camino entre la sala de profesores y el aula al que según el tablón de anuncios debieran dirigirse para impartir sus regañinas y, si el guión se ponía exigente y no quedaba otro remedio que complacerlo, algún que otro coscorrón —el supuesto, harto improbable, de que no tocara Ciencias Naturales o, bajo la ventana, el patriarca de la familia de cíngaros (que venían casi todas las tardes a colocarse con su escalera plegable y su cabra) el acordeón. Etiqueta: El despertador de la señorita Susi Categoría: Telas de araña
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.