About the work
https://valentina-lujan.es/alicia/puedellamarm.pdf
– ¿“Puede llamarme Sonia”?
– Sí.
– ¿dijo que la podía usted llamar Sonia?
– Sí, Lola — le digo a Lola, que, extrañada, me mira desde lo alto del espejo del armario que está limpiando subida en la escalera —, dijo, aunque a usted le parezca muy raro, que podía llamarla Sonia.
– ¿Desde lo alto del espejo del armario? — ahora, cuando le refiero a mi amigo la escena, sentados, recuerdo, a la sombra de una mimosa púdica — ¿Lola te mirada extrañada desde lo alto del espejo del armario?
– Sí. Lo estaba limpiando porque estaba lleno de cagadas de mosca.
– Bueno — él —, no es necesario entrar en detalles escatológicos. Pero sí quiero saber si te miraba a través del espejo o desde el mismo lado en que tú estabas.
– Pues no me acuerdo, o no me fijé — le respondo —, pero no creo, sinceramente que eso pueda tener importancia.
– ¡No crees que eso pueda tener importancia! ¿Lo dices en serio?
Y como le respondo que sí, que absolutamente en serio, se prodiga en una larga perorata explicándome que la mirada, y la inclinación de la cabeza de ella, estarían siendo totalmente diferentes en un caso y en otro…
– Y ello sin contar — agrega — que, de momento al menos y debido a tu desconocimiento que tú mismo acabas de confesar, tampoco sabemos si tú miras a la Lola de tu mismo lado o, he de insistir en ello, a través del espejo.
Y se pone de pie, y camina hasta el borde de una piscina que, no sé por qué — le cuento — tiene forma de guitarra y es idéntica a la del patio del colegio en la que estuve a punto de ahogarme cuando tenía seis, o tal vez siete años.
– Eso está bien — dice.
Y se gira, sonriente, desde el otro lado de la calle que ha cruzado temerario sin ni atender al semáforo. Y, alzando la mano y la voz por encima del ruido del tráfico, dice en tono alegre, festivo, “continuará”
Versaciones
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.