Quienes somos (versión 6)
06/23/2023
2306234664048

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http://valentina-lujan.es/N/npver6.pdf
no parece, en un principio, que ― la señorita Benilde tenía una voz muy cristalina que contrastaba con su físico tan poquito agraciado; y leía despacio, enfatizando los puntos y las comas y, si las había, las diferencias muy bien remarcadas entre las uves y las bes y las íes griegas y las elles ― pueda resultar problemático; no tiene uno, o una, o un hatajo o una multitud por aquello de no ningunear a género alguno de especímenes, más que llegar y decir pues yo o nosotros o nosotras somos Fulanito de Tal, o Perenganita de Cual, o estos/as o los/as otros/as o los/as de más allá e hijos/as, todos/as y cada uno/a, de nuestros/as respectivos/as padres/as... No, mira, ahí nos hemos equivocado, pero en un alarde de humildad y de saber no ocultar nuestros errores lo vamos a dejar como está y seguir, como si tal cosa, aunque saltándonos - eso sí - las obviedades que todos damos por sentadas en lo que concierne a nuestros semejantes que, como si vamos al diccionario de sinónimos encontraremos que son "similares", o - eso también - "parecidos/as", a nosotros/as mismos/as, ¿no?, que es de quienes estamos hablando, si no hemos perdido el hilo y, por tanto, portadores/as tanto unos/as como otros/as ― aparte de "de valores eternos", que también se da por sentado y no sabemos si vamos a tener sillas para tantos/as ― de obviedades tan nada diferentes de las propias que para qué repetirlas, nosotros, por puro sentido común y del ahorro, nos atenemos a la más estricta de las lógicas y no las repetimos…

¿O sí lo hemos perdido?

El hilo, que sería lo grave; porque el sentido común ― ¡una cosa tan corriente! ―, cuánto ni qué puede importar cuando, además, nos queda el propio, de infinitamente mayor enjundia y entidad. Y si lo hemos perdido, Dios no lo quiera, sí que la habremos liado porque nos pasará como, hace apenas unos días sin ir más lejos, nos sucedió a nosotros en nuestras propias carnes mortales cuando buscando… pues qué podía estar siendo, que así al pronto no caemos…

Bueno, pues no sabemos, pero una mano de almirez.

¿Qué estábamos diciendo? Ah, ya: que para coger la pinza de la ropa con que sujetar el estor averiado del cuarto de estar y poder así abrir la ventana… Pero tampoco vamos a extendernos en eso porque, nos figuramos, quien más quien menos ya cuenta con sus trucos propios para abrir sus ventanas.

Además, la ventana la terminábamos de cerrar; así que, la pinza…

Bueno, mira: es igual.

El caso es en resumidas cuentas que fuera por la razón que fuese buscábamos algo y derramamos, sin quererlo, la copa de algún néctar repuntado que nuestra memoria se obstinó en despertar como ambrosía…

Así: sin esperarlo.

La dejamos hacer ― a la memoria ― y, con deleite, lo aplicamos ― el néctar...
Y las admiraciones también las pronunciaba estupendamente.
Era, eso sí, muy maniática ― la señorita Benilde, no Mireya ― y si al llegar justo aquí en lugar de con la Fuenfría se encontraba con la Roncero o con cualquier otra se ponía de pie casi de un salto y exclamaba “¡pero esta no es mi copia!”; y agarraba los papeles francamente enojada y se encaminaba con paso muy vivo hacia la puerta para ir a reclamar a la señorita Violeta, o a la señorita Clotilde, o a la que la tuviese, que por favor, “por favor te ruego”― porque por muy enfadada que estuviese gastaba siempre muy buenas maneras ― que se la devolviese.
Aquí solía suceder, si la otra ― “señorita”, no la Fuenfría o la Roncero, que también eran señoritas pero de otra manera ― no había sido amable y no había accedido a intercambiar las copias (porque algunas se le resistían y “pero Benilde, ¿qué más te da, si son tan parecidas que vas igual de a tiro hecho a los puntos y las comas?”
- Ya ― ésta ―, ¿pero y los acentos?
Y que como Fuenfría lo lleva pero Roncero no, al corregir se le descabalaban a ella sus cuentas) y ella desasosegada y con el ceño un poco fruncido se olvidaba de la ese tan larga y del movimiento amplio y lento con la mano, que alguna como Cora o la Verdaguer se lo hicieran notar y “señorita, se lo ha saltado”.
- Bueno, pero como no había ningún acento no importa.

En la versión de “la Fuenfría” aquí lo que ponía era Zoila y las Fuenfría eran sustituidas — porque la menos corpulenta sobre todo era muy reservada y no quería que pudiera pensarse que hablaba de ellas mismas — por las Carvajal o...

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sonsoles
telas de araña
quienes somos
baulito chino
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Una mano de almirez
06/25/2023
Valentina Luján
http://valentina-lujan.es/K/enelcasodedona.pdf en el caso de doña Loreto o, ante la evidencia de que cebollas no tenía, una ramita de perejil par aliñar con un diente de ajito bien picado unas patatas aunque, y en última instancia, no fueran revolconas y, menos, con aquella cabeza la suya tan siempre tan sin poder evitarlo en otra parte y, el vaso — que dónde aquella tan amable pero tan entrometida lo pondría, ni quién le había pedido, tan solícita, que la ayudase a nada —, en el segundo estante del aparador de la derecha que tiene reservado para, allí y no verse obligada a dar cien vueltas cuando busca el Synulox para el gato, localizar las medicinas entre las magdalenas y… anda, pero fíjate cuatro botones que, desde hacía por lo menos año y medio, dónde los metería… y, ahora, de buenas a primeras y sin contar con ello, tan envueltitos los cuatro de su rebeca — que se tuvo que terminar comprando otros — gris marengo en una servilletita de papel dentro del azucarero, tan fino, que nunca utilizaba de la abuela… (Continuará) ---- Cuando disponga de un instante de sosiego, tan pronto “me vea libre de los dichosos sobrinos”; declara, a la nube de periodistas que la asedia a la salida de la presentación queriendo saber cuándo habrá una segunda entrega de la apasionante historia de la señora de los canelones con la que, aun en el caso de que fuese lasaña, ella, Loreto, se siente identificada hasta el extremo de poder afrontar la delicadísima misión de ser su alter ego. ----- Tan distinta Osoria –la hermana de Sergio y tan, por una cuestión casi seguro decía Gervasio de genética, “proclive”, decía la señorita Licinia, a buscar siempre algo que le fuera familiar (“tan habituada ella, pobrecilla, a sus pucheros”, dejaba caer como de pasada, y “acuérdate; pero, en caso de apuro, una espumadera o cualquier otro utensilio de cocina también puede valer”)– de Mariló que, y eso que a veces le soplaban por detrás “di un rizador de pestañas o un cancán”, jamás hizo acopio del valor suficiente para descolgarse con semejante frivolidad. Etiqueta: Papeles Categoría: Telas
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no parece, en un principio, que ― la señorita Benilde tenía una voz muy cristalina que contrastaba con su físico tan poquito agraciado; y leía despacio, enfatizando los puntos y las comas y, si las había, las diferencias muy bien remarcadas entre las uves y las bes y las íes griegas y las elles ― pueda resultar problemático; no tiene uno, o una, o un hatajo o una multitud por aquello de no ningunear a género alguno de especímenes, más que llegar y decir pues yo o nosotros o nosotras somos Fulanito de Tal, o Perenganita de Cual, o estos/as o los/as otros/as o los/as de más allá e hijos/as, todos/as y cada uno/a, de nuestros/as respectivos/as padres/as... No, mira, ahí nos hemos equivocado, pero en un alarde de humildad y de saber no ocultar nuestros errores lo vamos a dejar como está y seguir, como si tal cosa, aunque saltándonos - eso sí - las obviedades que todos damos por sentadas en lo que concierne a nuestros semejantes que, como si vamos al diccionario de sinónimos encontraremos que son "similares", o - eso también - "parecidos/as", a nosotros/as mismos/as, ¿no?, que es de quienes estamos hablando, si no hemos perdido el hilo y, por tanto, portadores/as tanto unos/as como otros/as ― aparte de "de valores eternos", que también se da por sentado y no sabemos si vamos a tener sillas para tantos/as ― de obviedades tan nada diferentes de las propias que para qué repetirlas, nosotros, por puro sentido común y del ahorro, nos atenemos a la más estricta de las lógicas y no las repetimos…

¿O sí lo hemos perdido?

El hilo, que sería lo grave; porque el sentido común ― ¡una cosa tan corriente! ―, cuánto ni qué puede importar cuando, además, nos queda el propio, de infinitamente mayor enjundia y entidad. Y si lo hemos perdido, Dios no lo quiera, sí que la habremos liado porque nos pasará como, hace apenas unos días sin ir más lejos, nos sucedió a nosotros en nuestras propias carnes mortales cuando buscando… pues qué podía estar siendo, que así al pronto no caemos…

Bueno, pues no sabemos, pero una mano de almirez.

¿Qué estábamos diciendo? Ah, ya: que para coger la pinza de la ropa con que sujetar el estor averiado del cuarto de estar y poder así abrir la ventana… Pero tampoco vamos a extendernos en eso porque, nos figuramos, quien más quien menos ya cuenta con sus trucos propios para abrir sus ventanas.

Además, la ventana la terminábamos de cerrar; así que, la pinza…

Bueno, mira: es igual.

El caso es en resumidas cuentas que fuera por la razón que fuese buscábamos algo y derramamos, sin quererlo, la copa de algún néctar repuntado que nuestra memoria se obstinó en despertar como ambrosía…

Así: sin esperarlo.

La dejamos hacer ― a la memoria ― y, con deleite, lo aplicamos ― el néctar...
Y las admiraciones también las pronunciaba estupendamente.
Era, eso sí, muy maniática ― la señorita Benilde, no Mireya ― y si al llegar justo aquí en lugar de con la Fuenfría se encontraba con la Roncero o con cualquier otra se ponía de pie casi de un salto y exclamaba “¡pero esta no es mi copia!”; y agarraba los papeles francamente enojada y se encaminaba con paso muy vivo hacia la puerta para ir a reclamar a la señorita Violeta, o a la señorita Clotilde, o a la que la tuviese, que por favor, “por favor te ruego”― porque por muy enfadada que estuviese gastaba siempre muy buenas maneras ― que se la devolviese.
Aquí solía suceder, si la otra ― “señorita”, no la Fuenfría o la Roncero, que también eran señoritas pero de otra manera ― no había sido amable y no había accedido a intercambiar las copias (porque algunas se le resistían y “pero Benilde, ¿qué más te da, si son tan parecidas que vas igual de a tiro hecho a los puntos y las comas?”
- Ya ― ésta ―, ¿pero y los acentos?
Y que como Fuenfría lo lleva pero Roncero no, al corregir se le descabalaban a ella sus cuentas) y ella desasosegada y con el ceño un poco fruncido se olvidaba de la ese tan larga y del movimiento amplio y lento con la mano, que alguna como Cora o la Verdaguer se lo hicieran notar y “señorita, se lo ha saltado”.
- Bueno, pero como no había ningún acento no importa.

En la versión de “la Fuenfría” aquí lo que ponía era Zoila y las Fuenfría eran sustituidas — porque la menos corpulenta sobre todo era muy reservada y no quería que pudiera pensarse que hablaba de ellas mismas — por las Carvajal o...
Work type Literary: Other
Tags sonsoles, telas de araña, quienes somos, baulito chino

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Identifier 2306234664048
Entry date Jun 23, 2023, 12:22 PM UTC
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Author. Holder Sonsoles. Date Jun 23, 2023.

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