https://valentina-lujan.es/I/igualquesusbraz.pdf
Que ellas que despues de muchas pegas y muchas discusiones vinieron a ser casualmente catorce porque todas las demás pusieron excusas — o se las inventaron, Licinia, le dijo el director, que todos sabemos cómo son las madres — aduciendo que ellas tenían mucho que hacer y no les quedaba tiempo de ponerse a bordar y las que se pusieron les salió a cada cual como Dios le dio a entender y a su modo y manera porque algunas eran tan modernas y tan ejecutivas o feministas que les parecía una humillación el saber agarrar una aguja y no digamos ya ponerse un dedal que es cosa de abuelas bordaron con los nombres de los respectivos vástagos cotorreando, entre ellas — para alivio de la señorita, que, ahora, con la Verdana tan clarita, veía estupendamente y sin las gafas que estaban faltando tantas comas que por poco se ahoga —, que a ver por qué tenemos que ser siempre nosotras las que hacemos estos trabajos tan duros mientras que ellos se pasan la vida de comilonas y reuniones o todo lo más hacen la comida o algún viaje de negocios o al supermercado a hacer la compra y, sí, si les queda tiempo — la señorita volvió a tomar resuello — arreglan algún enchufe o la lavadora y llevan el coche a revisar o el niño al médico o a esgrima…
Y colocó la señorita las comas, celebrando, eso sí, que ahora la letra fuese más grande y que tuviésemos, en las catorce ocas y a modo de muestra, una colección de distintivos con sus nombres que, a medida que avanzase el juego y se incorporasen nuevos jugadores, iríamos de a poquito ampliando y perfeccionando; y que, también, los trabajos quedarían más vistosos.
Y se alegró asimismo de que, y se lo dijo al director, “mire, don Acisclo, con la Verdana 13 salimos justo a página por dictado y alumno”; y que así se llevaba mejor la cuenta de los novillos.
Etiqueta: Papeles
Categoría: Telas
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