Pintor de corto recorrido y poeta de puertas para dentro. Lobos contra corderos. Los lobos están en la calle, al acecho. - Y ¿dónde estamos los corderos? - Encerrados en el corral, tras hermosos ventanales. Ventanales que nos permiten mirar, desde dentro, sin que se nos vea. Tras ellos nos sentimos protegidos en nuestra celda de cristal. ¡Frágil, como el cristal, es nuestro castillo! Y los lobos patrullan las calles. Y persiguen y acorralan a los que huelen distinto, y a traición, por la espalda, les clavan sus afilados cuchillos. Los lobos son dueños del miedo que se esconde tras los cristales. Y olfatean la sangre callada que agacha la cabeza del cobarde. - ¿Has dicho cobarde? - Sí, cobarde, he dicho. Como cobardes nos escondemos. Y cada uno de nosotros, los que callamos, somos responsables de que falte la libertad en nuestras calles. “Atado a un poste de hierro, duerme, manso, nuestro perro”.
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