“silencio” / 204 results
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Un silencio no mayor que el azul
Un silencio no mayor que el azul
https://valentina-lujan.es/U/unsilencionom.pdf Un silencio no mayor que el azul algo frágil pero muy contundente que con el roce acaramelado de la somnolencia se va desprendiendo de la superficie de un olvido — indeleble y de apariencia oblicua pero lo bastante esquivo, desmembrado a veces pero nunca angosto, para hacer plausible el alboroto de los bucles desfilando en estrechas constelaciones hirvientes o abrumadas que se extrapolaban desde las cuencas de sus vértices — se detuvo, en seco y de soslayo, sorprendida la audacia por un inveterado latir de nada oscuro y sí muy filiforme, como de aliento o plasma, frente al destilar lento de frecuencias dolientes de onerosas desganas. Viró luego a su izquierda para izarse desde la perspectiva de su equilibrio tan precario hasta lograr — a duras penas de algo que intentó recordar como basalto pero no tan frío como la densidad que se adivina en los halos de rosa mal trenzado — encararse con la eventualidad algo sesgada de irrumpir en el espacio reservado a los augurios envejecidos por el uso abusivo de no supo (ante la ausencia de segmentos) desgranar qué suaves o erizadas de crepúsculos lluviosos sustancias ya desnudas de los visos de pálpitos que alguna vez tuvieron no entre sus garras pero sí un miedo ilógico asido de las hebras desgajadas del fondo calcinado y muy ligeramente putrefacto de un todavía humeante devastado aliento. 21 de abril de 2011 Silogismos Poesía
Alicia Bermúdez Merino
/ Poetry
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Trozos perdidos de retazos de silencios
Trozos perdidos de retazos de silencios
https://valentina-lujan.es/T/trozosperdidos.pdf Trozos perdidos de retazos de silencios. Fragmentos de olvidos que jamás existieron. Gestos que nunca se hicieron. Palabras que nunca se dijeron. Pensamientos que jamás se tuvieron. Existir. Hacer. Decir. Tener. ¿Hay algo cierto?
Alicia Bermúdez Merino
/ Poetry
Del pasado y los silencios
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"SILENCIO"  ©
"SILENCIO" ©
El reflejo de la luna entra rompiendo la oscuridad. Pero el silencio permanece íntegro, duro como una piedra firme e irrompible. Las palabras se han apagado, igual que velas consumidas por el tiempo. Y en la oscuridad tímidamente rota, permanecemos quietos, indefensos. ©
Margarita Soto Soto
/ Literature
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EL SILENCIO DEL PARQUE
EL SILENCIO DEL PARQUE
--- MUESTRA DEL PRIMER CAPÍTULO AQUÍ ARRIBA --- El silencio del parque es un relato fantástico ✨, emotivo y con un final sorprendente que te conmoverá. Explora las emociones humanas a través del misterio que se oculta en un parque en el corazón de la ciudad. Sumérgete en esta historia donde lo fantástico se entrelaza con lo cotidiano. ¡Consigue tu ejemplar ahora y déjate llevar por esta emotiva historia autoconclusiva! Incluye 7 ILUSTRACIONES que mejoran la experiencia de lectura. Susan, una mujer marcada por la tragedia familiar, se encuentra en un momento crucial de su vida tras la reciente pérdida de su hermana Helen. Mientras intenta superar su dolor, encuentra consuelo en su perro Neo y en sus paseos por un parque cercano de su nuevo hogar. Sin embargo, comienza a intrigarse por la presencia de un misterioso hombre solitario que frecuenta el parque. Allí lo ve pasar sus días sentado entre palomas y gatos como su única compañía. Hasta que un inesperado suceso lo cambia todo, también la vida de Susan para siempre. MIRA DÓNDE CONSEGUIRLO EN 📱EBOOK Y 📖 PAPEL (Tapa blanda) EN: (ES) books2read.com/elsilenciodelparque TAMBIÉN DISPONIBLES las ediciones en 📱EBOOK y 📖 PAPEL (Tapa blanda) en CATALÁN (El silenci del parc) MIRA DÓNDE CONSEGUIRLO EN: (CAT) books2read.com/elsilencidelparc
J. F. RHODEHOUSE
/ Novel
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Velo de silencios
Velo de silencios
http://valentina-lujan.es/U/unasombracara.pdf Una sombra en el tejado hizo mirarme al espejo y vimos entonces, él y yo, que no eran de agua sino de un material de aspecto duro y brillante, acero tal vez, que ululaba como si se tratase de una bandada de búhos y les confería, a ellos, la cualidad de espirales polvorientas ensortijándose en las ramas de los abedules para, acto seguido, derramarse por el pavimento resbaladizo sembrado de escollos transversales y multicolores, ribeteados de oropéndolas repetidas en un tono quebradizo, lastimero, que oscilaba entre las satíricas cuencas de un número indeterminado de ojos y el escaso deambular de frentes abatidas por opacas pesadumbres, al pie de una letra ilegible que, si pocos comprendían, muchos trataban de esquivar ocultándose a la sombra de no sabrían, nunca, precisar qué fatídicos designios que los perseguían causando, en su presuroso transitar, el latido mohoso de carcajadas evanescentes – teñidas del color de una sangre que a lo largo de cientos de suspiros erróneos se había vuelto insensible – que se dejarían oír lejos o demasiado cerca dependiendo, en todo caso salvo en ocasiones tan escasas que los pocos que alguna vez pudieran atrapar alguna la guardarían bajo siete llaves, de si mañana, o al cabo de la calle principal donde debían en un principio alzarse los edificios más emblemáticos de la ciudad, iban a ser cercenadas las esquirlas romas de un pasado angosto o, muy por el contrario – en un futuro que por qué no atreverse a predecir cuando qué se arriesgaba y atendiendo a exigencias de quienes por entonces esgrimieran el honor de saber evadirse de ser agasajados, nada fácil –, desechado por fin el ambicioso proyecto e impuesta la necesidad de resignarse ante la evidencia de que los tiempos que corrían cansinos y pálidos y desmadejados no daban pábulo a tanta ostentación ni tregua a tanto boato como se desprendía lenta muy lentamente de las comisuras ajadas de tantos paramentos – ornados hasta entonces de un cierto verdor demasiado extenuante – impregnando las ropas y los rostros de un color más oscuro que el del día anterior, elogiar el denuedo con que alguien encareciese la conveniencia de colocar un letrerito en el que se pudiese leer a cualquier hora del día o de la noche PROHIBIDO PISAR EL CÉSPED. Una mujer advirtió a una niña del peligro que entrañaba el permanecer tan cerca de lo que, a juzgar por la vehemencia con que la conminaba a echarse hacia atrás, debía suponerse el borde de algún abismo; pero la chiquilla no le hizo caso y en apenas unos instantes pudimos ver cómo enarbolaba lo que a simple vista habría podido parecer un argumento sólido que iba, o iría, a invalidar sus temores si los acontecimientos no se desarrollaban según la costumbre instituida desde hacía nadie pudo jamás precisar cuántos años. 08/05/2006 21:44:55 –Las diez menos cuarto, en definitiva — redondeó sin pes... Papeles
Alicia Bermúdez Merino
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Silencio
Silencio
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cynthia flavia busca
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Rompemos el silencio
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Rompemos el silencio Letra
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Velos de silencio
Velos de silencio
https://valentina-lujan.es/U/unasombratejado.pdf Una sombra en el tejado hizo mirarme al espejo y vimos entonces, él y yo, que no eran de agua sino de un material de aspecto duro y brillante, acero tal vez, que ululaba como si se tratase de una bandada de búhos y les confería, a ellos, la cualidad de espirales polvorientas ensortijándose en las ramas de los abedules para, acto seguido, derramarse por el pavimento resbaladizo sembrado de escollos transversales y multicolores, ribeteados de oropéndolas repetidas en un tono quebradizo, lastimero, que oscilaba entre las satíricas cuencas de un número indeterminado de ojos y el escaso deambular de frentes abatidas por opacas pesadumbres, al pie de una letra ilegible que, si pocos comprendían, muchos trataban de esquivar ocultándose a la sombra de no sabrían, nunca, precisar qué fatídicos designios que los perseguían causando, en su presuroso transitar, el latido mohoso de carcajadas evanescentes – teñidas del color de una sangre que a lo largo de cientos de suspiros erróneos se había vuelto insensible – que se dejarían oír lejos o demasiado cerca dependiendo, en todo caso salvo en ocasiones tan escasas que los pocos que alguna vez pudieran atrapar alguna la guardarían bajo siete llaves, de si mañana, o al cabo de la calle principal donde debían en un principio alzarse los edificios más emblemáticos de la ciudad, iban a ser cercenadas las esquirlas romas de un pasado angosto o, muy por el contrario – en un futuro que por qué no atreverse a predecir cuando qué se arriesgaba y atendiendo a exigencias de quienes por entonces esgrimieran el honor de saber evadirse de ser agasajados, nada fácil –, desechado por fin el ambicioso proyecto e impuesta la necesidad de resignarse ante la evidencia de que los tiempos que corrían cansinos y pálidos y desmadejados no daban pábulo a tanta ostentación ni tregua a tanto boato como se desprendía lenta muy lentamente de las comisuras ajadas de tantos paramentos – ornados hasta entonces de un cierto verdor demasiado extenuante – impregnando las ropas y los rostros de un color más oscuro que el del día anterior, elogiar el denuedo con que alguien encareciese la conveniencia de colocar un letrerito en el que se pudiese leer a cualquier hora del día o de la noche PROHIBIDO PISAR EL CÉSPED. Una mujer advirtió a una niña del peligro que entrañaba el permanecer tan cerca de lo que, a juzgar por la vehemencia con que la conminaba a echarse hacia atrás, debía suponerse el borde de algún abismo; pero la chiquilla no le hizo caso y en apenas unos instantes pudimos ver cómo enarbolaba lo que a simple vista habría podido parecer un argumento sólido que iba, o iría, a invalidar sus temores si los acontecimientos no se desarrollaban según la costumbre instituida desde hacía nadie pudo jamás precisar cuántos años. 08/05/2006 21:44:55 –Las diez menos cuarto, en definitiva — redondeó sin pestañear la madre de las Fresnedo, alargando su mano para recoger el par de folios que, algo temblorosa aún, le tendía. Y le sonrió, doblándolos por las mismas marcas que tenían antes de sacarlos del sobre, en señal de aprobación. – ¿Sólo eso? — inquirió en tono resentido Teresita Ledesma, que como la otra apretase los labios haciéndoles con lentitud un doblez más de los que tuviesen de origen volvió a la carga con —: ¿Ni una palabra elogiando sus progresos? –Es que…— intervino Encarnación Corcuera, que carraspeó para armarse de valor antes de preguntar en tono altivo «¿qué progresos?». – ¿Ah; no? –Yo —terció la pequeña de las Aranguren—, y no es que quiera una tomar partido cuando además bien sabes que te aprecio, he leído esa misma carta muchas veces; y me consta que ha omitido el encabezamiento. –Pues, yo, y mira que he estado bien atenta, no he echado en falta nada en absoluto. – ¡“No he echado en falta nad…”! —remedó sarcástica Mercedes Agudo; y se puso de pie de un salto, y de otro se plantó delante de la tía viuda de las Suances para casi gritarle—: lo que a usted le pasa es que con tal de contemporizar es capaz de pasar por carros y carretas; pero a veces hay que mojarse, ¿entiende? –Vale —admitió la viuda—: puede que tengas razón, en parte, pero el encabezamiento es un… no sé, detalle tan puramente accesorio, que… – ¡Pues por accesorio, precisamente, hay... Etiqueta: Papeles
Alicia Bermúdez Merino
/ Novel
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