“AMISTAD” / 81 results
Filter
Order results by:
AMISTAD
AMISTAD
La verdadera amistad no se mide por la frecuencia de los encuentros, sino por la calidad de los momentos compartidos y la lealtad demostrada en tiempos de necesidad. Un buen amigo es aquel que sabe escuchar sin juzgar, que ofrece consejos sinceros y que, sobre todo, está presente. Aunque las circunstancias de la vida puedan llevarnos por caminos diferentes, la verdadera amistad se mantiene a lo largo del tiempo y la distancia. Un amigo es alguien especial que ilumina nuestras vidas con su presencia. En los momentos felices, su risa se une a la nuestra, haciendo que los buenos tiempos sean aún mejores. En tiempos difíciles, su hombro se convierte en el refugio donde encontramos consuelo y fortaleza. Un amigo es esa persona que, aun sin palabras, entiende nuestras alegrías y pesares, y nos acompaña en cada paso del camino. La verdadera amistad no se mide por el tiempo que se ha compartido, sino por la calidad de los momentos vividos juntos. A veces, un amigo aparece de manera inesperada, y desde el primer encuentro se siente una conexión profunda, una certeza de que esa persona estará ahí en las buenas y en las malas.
Marianela Garcet
/ Non fiction books
Views 1
Shostakovich y Britten: una gran amistad bajo el telón de la Guerra Fría
Shostakovich y Britten: una gran amistad bajo el telón de la Guerra Fría
“Hubo un hombre cuya amistad iluminó mi existencia y cuyas cualidades espirituales alumbraron mi alma de una vez y para siempre. Fue Dmitri Dmitrievich Shostakovich, figura titánica y profundamente trágica … Sigue leyendo →
Rafael Valentín-Pastrana Fernández
/ Journalism
Price
€ 9
Views 3
SOMBRAS DE LA AMISTAD
SOMBRAS DE LA AMISTAD
SOMBRAS DE LA AMISTAD En la luz de la amistad sombras se esconden, rostros que sonríen, corazones no responden, promesas vacías, palabras sin peso. Lo que era confianza ahora es desprecio. *** Ríen contigo en días de sol brillante, pero en la tormenta su apoyo es distante. Amigos de nombre, pero no de verdad. En sus ojos se refleja... falsedad. *** Caminan a tu lado, mas sus pasos no sientes. En sus corazones la lealtad miente. Son espejismos en el desierto de la vida. Promesas rotas, heridas sin medida. *** Mas la noche oscura revela su verdad y al final la máscara se les caerá. Y aunque duela el engaño la lección es clara: "Mejor solo que mal acompañado". La vida no para. ***** J. R. Félix de la Rosa 1 de diciembre de 2024
José Ramón Félix de la Rosa
/ Poetry
LA AMISTAD Y EL PASO DEL TIEMPO
LA AMISTAD Y EL PASO DEL TIEMPO
LA AMISTAD Y EL PASO DEL TIEMPO La amistad, que en juventud fue llama ardiente con risas y abrazos en cada encuentro, se va tornando en un fuego más silente cual brasa que aún calienta en el invierno. Los años pasan y los caminos se alejan. Los sueños que compartimos, ya tan lejanos. La vida impone distancias que no dejan… que el ayer se mantenga siempre a mano. Mas en el corazón queda una huella de aquellos días de sincera unión, aunque el presente no siempre destella. La amistad se prueba en su evolución, pues aunque cambie su forma y su estrella, permanece en el alma su canción. J. R. Félix de la Rosa 2 de diciembre de 2024
José Ramón Félix de la Rosa
/ Poetry
Views 6
La recuerdo de forma bastante difusa
La recuerdo de forma bastante difusa
https://valentina-lujan.es/doc/La%20recuerdo.pdf La recuerdo de forma bastante difusa y es normal teniendo en cuenta que según el recordatorio que encontré entre las páginas de uno de los libros que habían sido de mi padre ella había fallecido en 1952, en el mes de octubre, cuando tenía yo cuatro años. Un día abrí aquel libro, muchos años después de haber fallecido mis padres y de haber hecho la obra y haber andado moviendo los libros de un lado a otro, desde la librería de puertas de cristal que siempre había estado en la entrada hasta la actual librería de escayola blanca, tan fea y tan desangelada, pasando por las escaleras y el ascensor bajándolos con el resto de las cosas en cajas de cartón para almacenarlos mientras la casa estaba patas arriba en una habitación que me prestó una vecina. Era un libro de Galdós, o de Palacio Valdés, o de Concha Espina encuadernado en tela azul — había muchos encuadernados en tela azul, de distintos autores, y no me fijé en el título —que al parecer nadie habíamos abierto en cerca de cincuenta años. Aquel día cuando yo lo abrí cayó al suelo un sobrecito de luto, este sobre y así, tal cual, dirigido a mi padre; con su sello de 5 céntimos (céntimos de peseta) y sin matasellos ni el nombre de la ciudad, Madrid, por ninguna parte. Y dentro del sobrecito estaba el recordatorio. Yo había conocido a su familia; su hermano Julio y su cuñada Isabel y sus sobrinos Julio y Maruja, con los que ella vivía en la calle de Ibiza, en un piso con dos balcones que daban a la calle y, a la entrada, la primera puerta a mano izquierda de un pasillo largo más bien oscuro, tenía una habitación interior, que daba a un patio, donde los sábados por la tarde mientras mis padres iban al cine Ibiza, o al Narváez, o al Sainz de Baranda, yo me quedaba con ella y otras niñas tan pequeñas como yo todas sentadas en sillitas escuchando cosas de las que ella nos hablaba. Y porque había conocido a su familia y a ella como Valentina desde siempre (el siempre de una niña de cuatro años) y había sabido también de siempre que su apellido era Luján, y porque en mi recuerdo yo estaba en la idea de que ella había muerto cuando yo tenía siete años, me desconcertó que el nombre que figuraba en el recordatorio fuese Dionisia, y que hubiese fallecido en 1952. Pensé que no era de ella, pero era ella la única persona de su familia con quien mis padres habían tenido amistad, con su hermano Julio y su cuñada y sus sobrinos era sólo el trato que propiciaba la relación con ella; de manera que si Dionisia hubiese sido, tal vez, una hermana suya a la que no conociésemos no tendría mucho sentido que nos hubiese nadie enviado un recordatorio y, además, si hubiera sido así ella, Valentina, hubiese figurado entre los hermanos de la difunta. Hice memoria a ver si quedaba alguien de los amigos o conocidos comunes a quien poder preguntar; pero sólo tenía seguridad de que la hubiesen conocido un poco bien las Pacheco, las hermanas de Polo la modista y de Juan, el que me llamaba palomita tierna cuando tenía trece años, o catorce, y a su mujer Charo siempre le daba rabia. Pero de aquella familia Pacheco todos eran de edades similares a las que podrían estar teniendo si viviesen mis padres; de manera que ya habrían muerto casi todos y, aun suponiendo que no, hacía bastante que yo había perdido todo contacto con ellos y no tenía ganas ningunas de reanudarlo. Otra cosa que me desconcertaba es que yo recordaba un día de sol, con color de verano, en Manzanares, en el corral de la calle de la Pólvora donde vivía la tía Felipa. Yo estaba en el corral, de cantos rodados y el olor del establo de las vacas, con las gallinas correteando y, en las cuadras del fondo, junto a las escaleras que subían al pajar, la cochinera con los cerdos y otra cuadra con una mula; estaba en el corral, parada, sin más, oyendo cómo en una de las cuadras que las tías Pepa y Mary utilizaban como lavadero ellas hablaban de cosas, y de gentes, o se reían o estaban calladas lavando en la tina a mano, como se lavaba en los pueblos por aquellos años. Entonces entró la tía Felipa en el corral — en realidad la tía Felipa era mi tía de verdad, hermana aunque sólo.... Papeles
Alicia Bermúdez Merino
/ Novel
Views 3
Nota preliminar a las versaciones de un chupaplumas
Nota preliminar a las versaciones de un chupaplumas
https://valentina-lujan.es/alicia/verchupanotpreli.pdf Le dije que exageraba. Que yo nunca… Me había pedido años atrás y al cabo de unos cuantos sin vernos que le hiciese un favor de suma importancia para él, y ahora — quiero en realidad decir entonces, cuando nos encontramos y estuvimos hablando del asunto —, una vez hecho el favor, me reprochaba no sé qué deslealtades y me culpaba de haber traicionado nuestra amistad. Entonces fue cuando le respondí exageras, y él con muy malos modos replicó no exagero en absoluto. – Claro que sí. Lo que pasa es que cada cual recuerda las cosas como le conviene. – ¿Me conviene; me reporta algún tipo de felicidad o beneficio el recordarlas como fueron? – ¿Cómo fueron? – Lo sabes perfectamente. – Eso es verdad; con tanta claridad que te cuento si quieres, punto por punto y palabra por palabra, qué pasó y de qué hablamos. Y como se quedó callado mirando el cenicero con gesto hosco, di por hecho que asentía y empecé a hablar, desde el principio; desde el principio aunque — entendiendo que había supuesto igual que yo que, no teniendo ya temas comunes de que hablar después de tanto tiempo, nos limitaríamos a cruzar algunas frases huecas en aquella acera abarrotada de la Carrera de San Jerónimo y seguir cada cual nuestro camino — me salté el saludo y un par de trivialidades referentes al tiempo, por cierto, muy lluvioso. – Tampoco te contaré — dije —, puesto que tú mismo podrás recordar un cenicero lleno y dos paquetes de tabaco vacíos iguales que estos —, que nos habíamos equivocado los dos. Omití asimismo que al cabo de un rato recibiendo empellones de los que caminando con prisas y paraguas abiertos proferían improperios o algún seco perdón dedicándonos miradas hostiles, ahí estábamos: sentados a una mesa de un Cofee Shop y departiendo, amigablemente, como cuando éramos amigos inseparables. – Y, como entonces — hablé al fin, contemplando recuerdo las partículas de polvo suspendidas en un rayo del sol, cegador casi, de aquella mañana de verano radiante —, tu conversación giraba en torno a lo que había girado siempre. Y como entonces yo trataba de seguirla preguntándome, como me había preguntado siempre, por qué era precisamente a mí a quien elegías sabiendo que en una cuestión tan importante para ti, y que tan por completo te absorbía, jamás había podido ayudarte. – Porque, vamos a ver — te preguntabas, le dije, me decías, angustiado ante la amenazante impavidez del papel en blanco; lo cual era un desperdicio lamentable porque mi sensibilidad fue siempre nula hacia el lenguaje literario — ¿Qué puede escribir alguien a quien ni gusta la novela ni sabe abordarla, ni se considera capacitado para escribir un ensayo ni, menos aún, posee los conocimientos suficientes de alguna materia como para que no lo paralice el pudor a la hora de exponer y desarrollar cualquier tipo de teoría? – ¿No te gusta la novela, después de toda la vida intentándola? – Por eso precisamente: estoy harto. No sé abordarla, termino de decírtelo; he empezado varias y me pierdo, no sé estructurar un argumento... divago, me confundo... – Pues con ese panorama lo tiene chungo alguien — dije, mirando distraído las botas mojadas de una joven, con vueltas de piel —; pero si ese alguien no se puede quitar de la cabeza el ser escritor, a mí me parece que la novela no puede ser muy difícil. – Eso es lo que tú te crees — Gruñiste. – Pues el ensayo — sugerí, y traté de animarte —: El ensayo no puede resistírsele demasiado a alguien que como tú sabe enlazar frases hábilmente, y plasmar sensaciones o sentimientos de forma en cierto modo filosófica, pero accesible y muy cercana...O eso oí asegurar alguna vez a amigos, de esos que entienden... – No. – No te digo un tratado sesudo; sólo un ensayo. – Que no. – ¿Por qué? – Porque... — Recapacitaste un momento y, entornando un ojo, preguntaste —: ¿Cuánto se ha escrito en torno a Don Quijote, por ejemplo? – Mucho, supongo. – Muchísimo — Abundaste — ¿Pero para decir qué? – Ya sabes que yo... – Pues cosas tales — hablabas mirando, con cierto interés, a la joven de las botas; que estaba dando un beso en la mejilla... Versaciones
Alicia Bermúdez Merino
/ Novel
Views 3
Una cena de hermandad de la vida en octosílabos
Una cena de hermandad de la vida en octosílabos
https://valentina-lujan.es/U/unacenadeher.pdf Una cena de hermandad, curva sin felicidad, los caprichos del azar, la pausa para almorzar, cuatro perros y un bozal, las espinas de un zarzal, el pavor de un despertar, el favor que no se hará, el “aquel” del qué dirán, lo que contiene un morral, una peca y un lunar, la cantina del penal, dos cortinas de percal, una merienda informal, el agua de un manantial, el sombrero de un zagal, la turba de un tremedal, el temor a no acertar, una piedra de amolar, un amagar y no dar, un dardo que apunta mal, un punto sin aclarar, un clamar por la verdad, un verso que recitar, unas formas sin guardar, la guarida de un rufián, el rugir de un vendaval, unos platos sin fregar, un grifo y un delantal, un catarro sin curar, un cura anticlerical, las delicias de un manjar, un mugido en un corral, la soledad de un erial, el sol en un ventanal, ¿Hay que ser tan suspicaz?, cuatro trajes sin cortar, un círculo sin cerrar, los oriundos de un lugar, un lagarto y un rapaz, el respaldo de un aval, una patera en el mar, esa tos que a veces da, una esquina sin doblar, tres doblones por pagar, la osadía de un incapaz, un vestido de un retal, una paloma torcaz, no sentarse en el brocal, prohibido regurgitar, temas que se han de tratar, ¡aún dos leguas por andar!, las tontunas de la edad, una tormenta estival, las molestias del errar, un doble salto mortal, un faro en la oscuridad, una ocurrencia fatal, ¿quién se ha llevado la sal?, un cantante y su cantar, un compromiso formal, un retrato sin firmar, la rotura de un cristal, los riesgos del murmurar, se permite no estorbar, las dos vueltas de un collar, un collado al que trepar, una tropa que guiar, un rodillo de amasar, el ojo de un huracán, un amor muy pasional, un pasado que olvidar, un asunto sin zanjar, una zanja que saltar, el primo del magistral, un castaño y un rosal, un pañuelo que anudar, ¿me permite usted pasar?, arrancar un matorral, un jersey sin terminar, malgastar un dineral, un camino vecinal, un encuentro virtual, un timorato muy audaz, donde la sombra no da, un castillo que heredar, un plazo que vencerá, una gorra sin ladear, morir antes que pecar, una cita literal, el babi de un colegial, esperar a ver qué tal, un combate singular, el tren que no pasará, la sombra de un palmeral, una sensación fugaz, el colmo de lo inmoral, una aguja y un dedal, no temer la adversidad, registrar la propiedad, reprobar la iniquidad, velar un muerto y rezar, referir qué salió mal, un libro que encuadernar, una mañana otoñal, un misterio que aclarar, queso y un trozo de pan, ¡qué ganas de fastidiar!, las virtudes de un rival, un riachuelo que vadear, un mochuelo que ve mal, un trauma que superar, permítame discrepar, un pistón y un cigüeñal, un cuclillo y un zorzal, una decisión crucial, lo que una suma me da, un mandato que observar, aguantar sin respirar, dos guadañas y un puñal, un paisano al que abordar, abstenerse de opinar, una plaza que asediar, lo odioso del comparar, una ruta que explorar, ¡no explotar al personal!, tener una idea genial, una costilla de Adán, un comentario mordaz, traicionar una amistad, redactar un memorial, una sonrisa cordial, una muela que sacar, un remedio muy eficaz, un borceguí que calzar, prometer no hacerlo más, una mano que estrechar, una falda que alargar, ¿me podrá usted perdonar?, un pizarrín que borrar, una tabla de planchar, la prohibición de fumar, el quinto no matarás, negarse a colaborar, dar palabra de no hablar, decir no poder ya más, retirarse a meditar, repartir con equidad, un objetivo a lograr, la tinta de un calamar, un llavero de metal, algo digno de ensalzar, prendarse de una beldad, una súplica a elevar, un paquete que enviar, un caballo sin ronzal, un mandoble que asestar, apostar a rojo y par, prometer no perjurar, una caña de pescar, una baja intensidad, un intenso malestar, algún dios al que adorar, ¿a quién toca barajar?, un saber improvisar, las ciruelas de un peral, no dar oportunidad, una aguja que enhebrar, algún guante que lanzar, resistir sin rechistar, ¿quién es Fulano de Tal?, mirar antes de cruzar, cuatro flechas y un carcaj, y como parece ya, que no cabe nada más, me dispongo a terminar, y a colocar sin tardar, ese punto que será, el mal llamado “y final”, aquí que es el de verdá. La vida en octosílabos
Alicia Bermúdez Merino
/ Novel
Views 2
UNIVERSOS PARALELOS (2013)
UNIVERSOS PARALELOS (2013)
Dos personajes que viven en universos totalmente distintos y distantes (Sergio, un muchacho con una extraña enfermedad degenerativa y Fran, un ex-luchador que se siente derrotado por la vida), logran conectar de una forma sorprendente y, a partir de ahí, mantendrán una corta pero intensa amistad. Eso les ayudará, en cierta medida, a despojarse de sus propios miedos.
Francisco Manuel Sánchez Gómez
/ Literature
Views 2
Introducción a las versaciones de un chupaplumas
Introducción a las versaciones de un chupaplumas
https://valentina-lujan.es/versaciones/versacintro.pdf Le dije que exageraba. Que yo nunca… Me había pedido años atrás y al cabo de unos cuantos sin vernos que le hiciese un favor de suma importancia para él, y ahora — quiero en realidad decir entonces, cuando nos encontramos y estuvimos hablando del asunto —, una vez hecho el favor, me reprochaba no sé qué deslealtades y me culpaba de haber traicionado nuestra amistad. Entonces fue cuando le respondí exageras, y él con muy malos modos replicó no exagero en absoluto. – Claro que sí. Lo que pasa es que cada cual recuerda las cosas como le conviene. – ¿Me conviene; me reporta algún tipo de felicidad o beneficio el recordarlas como fueron? – ¿Cómo fueron? – Lo sabes perfectamente. – Eso es verdad; con tanta claridad que te cuento si quieres, punto por punto y palabra por palabra, qué pasó y de qué hablamos. Y como se quedó callado mirando el cenicero con gesto hosco, di por hecho que asentía y empecé a hablar, desde el principio; desde el principio aunque — entendiendo que había supuesto igual que yo que no teniendo ya temas comunes de que hablar después de tanto tiempo nos limitaríamos a cruzar algunas frases huecas en aquella acera abarrotada de la Carrera de San Jerónimo y a seguir cada cual nuestro camino — me salté el saludo y un par de trivialidades referentes al tiempo, por cierto, muy lluvioso. – Tampoco te contaré — dije —, puesto que tú mismo podrás recordar un cenicero lleno de colillas y dos paquetes de tabaco vacíos iguales que estos —, que nos habíamos equivocado los dos y que nuestra conversación fue bastante más larga. Omití asimismo el contarle que, al cabo de un rato recibiendo empellones de los que caminando con prisas y paraguas abiertos proferían improperios o algún seco perdón dedicándonos miradas hostiles, ahí estábamos: sentados a una mesa de un Cofee & Shop y departiendo, con perfecta naturalidad, como cuando éramos amigos inseparables. – Y, como entonces — hablé al fin, contemplando recuerdo las partículas de polvo suspendidas en un rayo del sol, cegador casi, de aquella mañana de verano radiante —, tu conversación giraba en torno a lo que había girado siempre. Y como siempre yo trataba de seguirla preguntándome, como me había preguntado siempre, por qué era precisamente a mí a quien elegías sabiendo que en una cuestión tan importante para ti, y que tan por completo te absorbía, jamás había sabido ayudarte. – Porque, vamos a ver — te preguntabas, le dije, me decías, angustiado ante la amenazante impavidez del papel en blanco; lo cual era un desperdicio lamentable, y perdona que haga este pequeño inciso pero eso tiene que quedar claro, porque mi sensibilidad fue siempre nula para el lenguaje literario — ¿Qué puede escribir alguien a quien ni gusta la novela ni sabe abordarla, ni se considera capacitado para escribir un ensayo ni, menos aún, posee los conocimientos suficientes de alguna materia como para que no lo paralice el pudor a la hora de exponer y desarrollar cualquier tipo de teoría? – ¿No es una pregunta demasiado larga? – No lo sé… ¿Cuánto puede importar lo larga que sea si está bien entonada? – Está bien entonada, sí — admitió —; pero me parece, y perdona que insista, que es una pregunta demasiado larga para poderla recordar con tanta precisión al cabo de los años. – A mí también — reconocí —, pero así es exactamente como la hiciste; aunque, si prefieres que te la repita con alguna pequeña variación… – No. No es necesario. – ¿Seguro? – Seguro. – ¿Sigo entonces? – Sí. No me gusta la novela. – ¿No te gusta la novela —te pregunté incrédulo, le dije — después de toda la vida intentándola? – Por eso precisamente: estoy harto. No sé abordarla, termino de decírtelo; he empezado varias y me pierdo, no sé estructurar un argumento... divago, me confundo... – Pues con ese panorama lo tiene chungo alguien, pero… – ¿Alguien? – Sí, bueno… El que ni le gusta la novela ni sabe abordarla ni se considera capacitado para… ¿De verdad no quieres que te lo pregunte de otra manera? – No. Así está bien. – Pero si ese alguien — seguí, mirando distraído las botas mojadas de una joven, con vueltas de piel — no se puede quitar de la cabeza el ser escritor, a mí me parece que la novela no puede ser muy difícil. – Eso es lo que tú te crees — Gruñiste. – Pues el ensayo — sugerí, y traté de animarte —: El ensayo no puede resistírsele demasiado a alguien que como tú sabe enlazar frases hábilmente, y plasmar sensaciones o sentimientos de forma en cierto modo filosófica, pero accesible y muy cercana... O eso oí asegurar alguna vez a amigos, de esos que entienden... – No. – No te digo un tratado sesudo; sólo un ensayo. – Que no. – ¿Por qué? – Porque... — Recapacitaste...
Alicia Bermúdez Merino
/ Novel
Patty Wilco
Patty Wilco
HAY ALMAS QUE VAGAN POR EL COSMOS SUPLICANDO ENCONTRARSE SIN LA NECESIDAD DE UN HILO ROJO. UNIDAS POR EL SEDAL DE LA HERMANDAD DE VIDAS PASADAS. BEBIERON DEL MISMO AGUA DE LA FUENTE DE LA INMORTALIDAD Y EL OLVIDO, SIENDO CONDENADAS A VOLVER A CRUZARSE HASTA EL INFINITO UNA Y OTRA VEZ EN UN BUCLE SIN FIN. EN UN ESTADÍO NUEVO Y DIFERENTE. DULCE PENITENCIA CUAL CRISÁLIDAS DEL FORJAR OTRA VEZ DESDE CERO EL LUJO DE LA AMISTAD Y EL RESPETO MUTUO. EN ESTA NUEVA VIDA ZICKY ENCONTRÓ A PATTY FRENTE AL ESCENARIO, DE NUEVO DESNUDA. CON LA SONRISA PARTIDA Y EL CORAZÓN EN LA BOCA. SUPLICANDO CLEMENCIA POR SER HIJA DE UN DIOS MENOR, AÑORANDO UNA VIDA QUE NO ERA LA SUYA. BUSCANDO EL ESLABÓN MÁS DÉBIL DONDE CORTAR LA CADENA QUE UNÍA SUS GRILLETES. MALDITO CORDÓN UMBILICAL UNIDO A SU VIENTRE, A UN DIOS MENOR... Y LA DEVOCIÓN A ESE DIOS MENOR QUE LE DIO ALAS Y LE IMPIDIÓ VOLAR. QUE LE ENSEÑÓ QUÉ ES EL AMOR Y CÓMO SE ROBA SIN QUERER. POR PURA NECESIDAD, NO POR PROPIA VOLUNTAD. LO QUE ES LA DESNUDEZ DEL AMAR Y SU CRUELDAD. ESE ACTO BRUTAL DE COMUNISMO QUE OPRIME EL PECHO. QUE TE PONE EL NUDO EN LA SOGA PERO NO LO APRIETA DEL TODO. LENTA AGONÍA DEL QUERER Y NO PODER. DE VOLVERSE LOCO DE ATAR Y CLAUDICAR… DE PURO AMAR. ZICKY INTUYÓ QUE PATTY ERA PRESA DE LA TESITURA INMUNDA DE NO DARSE CUENTA DE QUE LA VERDADERA CONDENA LLEGARÁ EL DÍA QUE SU PENA ACABE. SIN SER CONSCIENTE QUE SER VALIENTE NO ES AGUANTAR Y REZAR PORQUE ESE DÍA LLEGUE. EL ANSIADO FINAL LE INVADIRÁ. LA PENA DEL NO ESTAR... LA AÑORANZA DE UNA LIBERTAD LLAMADA SOLEDAD. DEL DESTETE. DEL CRUEL JUICIO FINAL CUAL ANACONDA QUE ENGULLIRÁ ESE AMOR FÍSICO Y LO EXTINGUIRÁ. LLEVÁNDOSE CON ELLO SU KAFKIANA CONDENA. AMBOS CASI SIN HABLAR Y BAJO LA SOLEDAD BRUTAL DE LOS QUE SE SIENTEN RODEADOS DE UNA SOCIEDAD IMPUESTA E IRREAL SE AGARRARON DE LA MANO UNA VEZ MÁS BAJO UN CIELO MUSICAL SALPICADO DE ESTRELLAS. ASIDOS DE LA MANO COMO DOS HERMANOS Y SIN PREGUNTAR SE ABANDONARON A LA CÁLIDA NOCHE DEL TRÓPICO Y LOS SONES DEL RITUAL. UNA VEZ MÁS DESDE TIEMPO INMEMORIAL PERMANECIERON UNIDOS CUAL SIAMESES DE UNA TRIBU ANCESTRAL Y EN LO MÁS PROFUNDO DE SU CORAZÓN VOLVIÓ A BRILLAR ESE HILO QUE NUNCA NI NADIE SESGARÁ. TATUADO A SANGRE Y FUEGO, TRANSPARENTE COMO EL HIELO, AMOR FRATERNAL.
Ezequiel Mateo Navarro
/ Script and dramaturgy
Views 3
Choose to pay your plan annually and get a special discount

Your creations are very valuable to our community. Therefore, we want to make it easy for you to exhibit them for a long time.

View plans

Do you want to be up to date with everything that happens in Creators?

Subscribe to our Safe Creative newsletters

I have read and accept the privacy policy

Submit


You have already subscribed to our newsletter.
You will receive our news soon =)

© 2024 Safe Creative