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Desde la altitud de miras que le da su condición de volador, el Pteranodon advierte a sus compadres herviboros que el ecosistema corre peligro. La culpa la tiene el polypodae, un tipò de helecho que provoca en estos unas flatulencias que dañan irreversiblemente la atmosfera. No obstante los herviboros se niegan en redondo a dejar de comer lo que consideran un manjar; una negativa que a su vez respaldan los dinosaurios carnivoros, encantados con el sabor que el helecho de marras proporciona a sus presas. Poco tardaran en comprender que el Pteranodon llevaba razon. Y un poco más en comprobar que su posterior sacrificio por salvar el entorno no había servido de nada.

Desde la altitud de miras que le da su condición de volador, el Pteranodon advierte a sus compadres herviboros que el ecosistema corre peligro. La culpa la tiene el polypodae, un tipò de helecho que provoca en estos unas flatulencias que dañan irreversiblemente la atmosfera. No obstante los herviboros se niegan en redondo a dejar de comer lo que consideran un manjar; una negativa que a su vez respaldan los dinosaurios carnivoros, encantados con el sabor que el helecho de marras proporciona a sus presas. Poco tardaran en comprender que el Pteranodon llevaba razon. Y un poco más en comprobar que su posterior sacrificio por salvar el entorno no había servido de nada.