About the work
https://valentina-lujan.es/doc/leonesa.pdf
Margarita
Leonesa ella, de mejillas amoratadas de tan rojas, y de estatura
corta pero complexión tan fuerte que, cuando algunos días a media mañana
la veíamos embutida en un abriguillo azul que le quedaba estrecho, tocada
con su cofia y con sus guantes blancos desfilar tras Chirino cargando cada
uno una de las espirales de viento que llevaban, por lo visto, a alguna forja o
fragua, no parecía estar haciendo, a juzgar ― dice ― por el aplomo con que
mantenía un pasito tras otro de sus pies tan pequeños siempre el mismo
ritmo, esfuerzo alguno.
Chirino, por entonces, nos daba clase de inglés y también algo
de modelado y dibujo y, en el espacio que quedaba entre el gimnasio ― una
construcción de madera que podía ser tal vez prefabricada, pero muy bonita,
adosada con mucha gracia al flanco izquierdo de un vestíbulo que, por el
derecho, daba acceso a una habitación circular (de piedra, como el vestíbulo)
donde, recuerda, nos recibió Mari Pepa la primera vez que fuimos para ver si
había plaza y si me admitirían en aquel colegio que parecía reunir los
requisitos que deseaban mis padres: un colegio no religioso que quedaba tan
cerquita de casa…― y la tapia trasera que separaba el colegio del campo,
trabajaba el hierro.
Era bastante sarcástico y… mira, aquí está, un poquito mordaz
y, entre bromas y veras y su saber decir de aquella manera que me hiciera
pensar que todo lo inglés era pura elegancia ― él no era (o “es”, quiero
decir, porque no he leído ni escuchado que no siga en este mundo, aunque sí
sobrepasando ya los 80 años) inglés, sino canario, pero ponía por las nubes y
adoraba todo cuanto tuviese que ver con Inglaterra en general y con Londres
en particular ―, en más de una ocasión bajó los humos de alguna vanidosa.
Yo lo vi.
Fui testigo en más de una ocasión de su aversión a ciertas
estupideces aunque, para no faltar a la verdad, también a veces fui su
víctima.
No por los mismos motivos que las otras, ¡ni muchísimo menos!,
creo que lo que de verdad le irritaba de mí era mi timidez, mi cortedad, la
falta de temperamento o de valor para plantar cara, yo, por mis propios
medios, a ciertas maldades que las personas con autoridad ― Pepita, Many, Mari Pepa ― no habrían debido consentir caso, que no se dio, de haber
andado atentas.
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AI Availability Declaration
This work cannot be made available to AI systems.
Declaration Date:
Nov 24, 2024, 10:06 AM
Creativity declaration
100% human created
Declaration Date:
Nov 24, 2024, 10:06 AM
Identification level:
Low
Fictional content
Declaration Date:
Nov 24, 2024, 10:06 AM
Identification level:
Low
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Title Margarita
https://valentina-lujan.es/doc/leonesa.pdf
Margarita
Leonesa ella, de mejillas amoratadas de tan rojas, y de estatura
corta pero complexión tan fuerte que, cuando algunos días a media mañana
la veíamos embutida en un abriguillo azul que le quedaba estrecho, tocada
con su cofia y con sus guantes blancos desfilar tras Chirino cargando cada
uno una de las espirales de viento que llevaban, por lo visto, a alguna forja o
fragua, no parecía estar haciendo, a juzgar ― dice ― por el aplomo con que
mantenía un pasito tras otro de sus pies tan pequeños siempre el mismo
ritmo, esfuerzo alguno.
Chirino, por entonces, nos daba clase de inglés y también algo
de modelado y dibujo y, en el espacio que quedaba entre el gimnasio ― una
construcción de madera que podía ser tal vez prefabricada, pero muy bonita,
adosada con mucha gracia al flanco izquierdo de un vestíbulo que, por el
derecho, daba acceso a una habitación circular (de piedra, como el vestíbulo)
donde, recuerda, nos recibió Mari Pepa la primera vez que fuimos para ver si
había plaza y si me admitirían en aquel colegio que parecía reunir los
requisitos que deseaban mis padres: un colegio no religioso que quedaba tan
cerquita de casa…― y la tapia trasera que separaba el colegio del campo,
trabajaba el hierro.
Era bastante sarcástico y… mira, aquí está, un poquito mordaz
y, entre bromas y veras y su saber decir de aquella manera que me hiciera
pensar que todo lo inglés era pura elegancia ― él no era (o “es”, quiero
decir, porque no he leído ni escuchado que no siga en este mundo, aunque sí
sobrepasando ya los 80 años) inglés, sino canario, pero ponía por las nubes y
adoraba todo cuanto tuviese que ver con Inglaterra en general y con Londres
en particular ―, en más de una ocasión bajó los humos de alguna vanidosa.
Yo lo vi.
Fui testigo en más de una ocasión de su aversión a ciertas
estupideces aunque, para no faltar a la verdad, también a veces fui su
víctima.
No por los mismos motivos que las otras, ¡ni muchísimo menos!,
creo que lo que de verdad le irritaba de mí era mi timidez, mi cortedad, la
falta de temperamento o de valor para plantar cara, yo, por mis propios
medios, a ciertas maldades que las personas con autoridad ― Pepita, Many, Mari Pepa ― no habrían debido consentir caso, que no se dio, de haber
andado atentas.
Work type Literary: Other
Tags papeles
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Registry info in Safe Creative
Identifier 2411240189734
Entry date Nov 24, 2024, 10:06 AM UTC
License All rights reserved
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Copyright registered declarations
Author. Holder Lola. Date Nov 24, 2024.
Information available at https://www.safecreative.org/work/2411240189734-margarita