Mote para unas notas marginales
02/29/2024
2402297178963

About the work

https://valentina-lujan.es/trans/notasmar.pdf
– ¿Qué tía? — pregunté, sin apartar la vista de los folios.
– Tu tía, la de los gemelos.
– Ah. Los gemelos, menudo par de cabroncetes que eran los gemelos, y escudándose siempre cada uno en que el que hacía las putadas era el otro…
– De la camisa, ¿no te acuerdas?
– No. Fueron tantas las cosas que hicieron. A la pobre madre la tenían amargada, las vecinas siempre viniendo con reclamaciones, y ellos…
– ¿Y de Indalecio?
– Ildefonso. Se llamaba Ildefonso. Cuando ella murió, bastante joven, los chicos aún adolescentes, él se casó con otra…
– La viuda…
– No era viuda. Solterona y bastante fea, pero con dinero. Esa sí que los metió en cintura.
– ¿Y el capitán?
– De ese no vieron ni un céntimo. Se lo dejó todo a un sobrin…
– Capitán. Capitán, de navío…
– Ella. Una mala pécora, ya digo, se inventaba cosas; pero la verdad es que era un guaperas sin oficio ni beneficio.
– Se habían conocido en aquel crucero, ¿recuerdas a Lola y los volovanes? Por las islas griegas.
– ¿Por las islas griegas los volovanes?
– No. Hombre ¡Qué tontería! Volovanes porque venía a pedir su man…
– Su manutención, ya. Se pasaba la vida el muy zángano pidiendo, siempre pidiendo. Así que, para los primitos…
– ¿Qué primitos?
Mi amigo ha levantado tanto la voz, en tono tan un tanto crispado, que abandono el seguir revisando los papeles en busca de no sé qué nudo gordiano del que no acierto a salir. Pero cuando le he pedido ayuda me ha salido, no entiendo por qué, con esta antigua historia de familia que, por otra parte, no tengo noción de haber mencionado jamás.
– “¿Qué primitos?”. No entiendo por qué te enfadas — digo golpeando los papeles sobre la mesa, en vertical para cuadrarlos —; el tema lo has sacado tú.
– Hablaba de los de tu tía Luisa.
– ¡Pues haberlo dicho! — enfadado ahora yo, que vuelvo a tomar mis papeles — Me has hecho perder el hilo, pero sí puedo, por si te interesa, informarte de que si tiene primos o no los tiene no lo sé. No es tía carnal, el carnal era él, el muerto, el difunto. Y nunca me he interesado, la verdad, por su familia.
– Ella, sin embargo, si debe de quererte a ti mucho. No todas las tías regalan gemelos a sobrinos no carnales.
– Ah. Era eso. Los de la camisa. Estaba tan distraído con… — y me río — Sí, ¿qué pasa con ella?
– ¿Con la camisa? — y me mira burlón.
– No seas ganso. Con mi tía.
– No sé — dice —; estábamos en lo de la pedida de mano del capitán y, luego ya…
– Pues me temo que no voy a poder aclararte gran cosa. Lola se marchó de forma un tanto abrupta. No llegó ni a rellenar los volovanes diciendo que siguiese yo; pero como estoy seguro de que nunca sabré, si he de ser del todo sincero, escribir la comida, allí los tres sentados a la mesa, y la petición de mano, y menos aún la boda, con la ceremonia, y los invitados, y los vestidos y los sombreros de las señoras , ni la mitad de bien que si me lo hubiese dictado ella rellenándolos, creo que lo más prudente va a ser que ese capítulo lo cerremos, aunque sea, como pasa con algunas heridas, en falso.
– Ya, pero… ¿y los volovanes?
– Ah. Los volovanes los terminaría de rellenar el lunes. Pero dijo que ya me dijo que siguiera yo, y que no pensase que era por cabezonería sino porque, además, dijo, no se hoy mucho qué me pasa, pero no estoy inspirada.
Borradores para un baúl

Literary: Other
prosa
borradores
Shown in

Creativity declaration

100% human created

Declaration Date: Feb 29, 2024, 12:41 PM

Identification level: Low

Fictional content

Declaration Date: Feb 29, 2024, 12:41 PM

Identification level:
Low

Copyright registered declarations

Don Hilario
Author
Consolidated inscription:
Attached documents:
0
Copyright infringement notifications:
0
Contact

Notify irregularities in this registration

Print work information
Work information

Title Mote para unas notas marginales
https://valentina-lujan.es/trans/notasmar.pdf
– ¿Qué tía? — pregunté, sin apartar la vista de los folios.
– Tu tía, la de los gemelos.
– Ah. Los gemelos, menudo par de cabroncetes que eran los gemelos, y escudándose siempre cada uno en que el que hacía las putadas era el otro…
– De la camisa, ¿no te acuerdas?
– No. Fueron tantas las cosas que hicieron. A la pobre madre la tenían amargada, las vecinas siempre viniendo con reclamaciones, y ellos…
– ¿Y de Indalecio?
– Ildefonso. Se llamaba Ildefonso. Cuando ella murió, bastante joven, los chicos aún adolescentes, él se casó con otra…
– La viuda…
– No era viuda. Solterona y bastante fea, pero con dinero. Esa sí que los metió en cintura.
– ¿Y el capitán?
– De ese no vieron ni un céntimo. Se lo dejó todo a un sobrin…
– Capitán. Capitán, de navío…
– Ella. Una mala pécora, ya digo, se inventaba cosas; pero la verdad es que era un guaperas sin oficio ni beneficio.
– Se habían conocido en aquel crucero, ¿recuerdas a Lola y los volovanes? Por las islas griegas.
– ¿Por las islas griegas los volovanes?
– No. Hombre ¡Qué tontería! Volovanes porque venía a pedir su man…
– Su manutención, ya. Se pasaba la vida el muy zángano pidiendo, siempre pidiendo. Así que, para los primitos…
– ¿Qué primitos?
Mi amigo ha levantado tanto la voz, en tono tan un tanto crispado, que abandono el seguir revisando los papeles en busca de no sé qué nudo gordiano del que no acierto a salir. Pero cuando le he pedido ayuda me ha salido, no entiendo por qué, con esta antigua historia de familia que, por otra parte, no tengo noción de haber mencionado jamás.
– “¿Qué primitos?”. No entiendo por qué te enfadas — digo golpeando los papeles sobre la mesa, en vertical para cuadrarlos —; el tema lo has sacado tú.
– Hablaba de los de tu tía Luisa.
– ¡Pues haberlo dicho! — enfadado ahora yo, que vuelvo a tomar mis papeles — Me has hecho perder el hilo, pero sí puedo, por si te interesa, informarte de que si tiene primos o no los tiene no lo sé. No es tía carnal, el carnal era él, el muerto, el difunto. Y nunca me he interesado, la verdad, por su familia.
– Ella, sin embargo, si debe de quererte a ti mucho. No todas las tías regalan gemelos a sobrinos no carnales.
– Ah. Era eso. Los de la camisa. Estaba tan distraído con… — y me río — Sí, ¿qué pasa con ella?
– ¿Con la camisa? — y me mira burlón.
– No seas ganso. Con mi tía.
– No sé — dice —; estábamos en lo de la pedida de mano del capitán y, luego ya…
– Pues me temo que no voy a poder aclararte gran cosa. Lola se marchó de forma un tanto abrupta. No llegó ni a rellenar los volovanes diciendo que siguiese yo; pero como estoy seguro de que nunca sabré, si he de ser del todo sincero, escribir la comida, allí los tres sentados a la mesa, y la petición de mano, y menos aún la boda, con la ceremonia, y los invitados, y los vestidos y los sombreros de las señoras , ni la mitad de bien que si me lo hubiese dictado ella rellenándolos, creo que lo más prudente va a ser que ese capítulo lo cerremos, aunque sea, como pasa con algunas heridas, en falso.
– Ya, pero… ¿y los volovanes?
– Ah. Los volovanes los terminaría de rellenar el lunes. Pero dijo que ya me dijo que siguiera yo, y que no pensase que era por cabezonería sino porque, además, dijo, no se hoy mucho qué me pasa, pero no estoy inspirada.
Borradores para un baúl
Work type Literary: Other
Tags prosa, borradores

-------------------------

Registry info in Safe Creative

Identifier 2402297178963
Entry date Feb 29, 2024, 12:41 PM UTC
License All rights reserved

-------------------------

Copyright registered declarations

Author. Holder Don Hilario. Date Feb 29, 2024.


Information available at https://www.safecreative.org/work/2402297178963-mote-para-unas-notas-marginales
© 2024 Safe Creative