About the work
https://valentina-lujan.es/N/caminosmas.pdf
que fue, para ponerlas más difíciles por si no lo estaban ya bastante, exactamente lo que hice retrocediendo, regresando ― mientras el señor Ramírez tomaba la merienda que su esposa le sirvió en una bandejita ─ al Cofee & Shop de mis desdichas y tan infausto recuerdo donde creí, me pareció, verla con sus botas con vueltas de piel dejando, para ocasión más favorable que a saber (tan caprichosos como se muestran a veces los designios del destino) si alguna vez volviera a presentarse, el juego tan prometedor de los pequeños engañoso ― caso de que mi ego, mi indomeñable instinto creador se rebelase y eligiera, abandonando todo buen propósito de humildad y de prudencia, tirar por lo alto ― de las grandes falacias tan pésimamente expresadas por el “adorable querubín” de marras para intentar, con poquísimas ganas de andarme con contemplaciones ni prodigar sonrisas o requiebros, hacer las paces como quien se agarra a un clavo ardiendo con la camarera que tan poquito interés había mostrado en, con una frase sencilla y así como que de pasada mientras se hacía la entretenida simulando limpiar la mesa de al lado pese a que en verdad hasta yo me daba cuenta de que se empezaba a hacer tarde, echarme una mano.
Y es que, o que me quite la razón si no — que siempre me ha parecido una frase ciertamente chocante, porque cómo puede nadie quitarte lo que no estás teniendo — cualquier lector versado en ficciones si es que yo no la tengo, un personaje secundario puede, muchas veces, hacer un papel del todo brillante e imprimir un giro de ciento ochenta grados (hay personas que dicen “trescientos sesenta”, pero que se fijen un poquito, por favor, y vean en qué posición se quedan) a los acontecimientos.
Pero a esta camarera mía no parecía que le sedujera ser un personaje secundario; creo más bien que utilizaba su trabajo como trampolín con la esperanza de que un día entrara en el local un tipo que la descubriese como actriz, o cantante o modelo.
Fin
Que, sí, salió bastante airoso del atolladero en que se vio de tener que recoger el testigo y sacar adelante el trabajo que no pudo continuar el bajito; pero la señorita Benilde le dijo que ella lo sentía pero que el testigo estaba protegido por la palabra que, al verlo tan afligido por tener que ir a cortarse el pelo tan de improviso a mitad de la evaluación, ella le diese de encargarlo a uno alto, para compensar su ausencia.
El de los granos le quedó tan agradecido que, se cuenta, fueron desde entonces amigos inseparables.
Papeles
Shown in
Creativity declaration
100% human created
Declaration Date:
Feb 18, 2024, 10:01 AM
Identification level:
Low
Fictional content
Declaration Date:
Feb 18, 2024, 10:01 AM
Identification level:
Low
Print work information
Work information
Title Los caminos de Eloy Acuerdo
https://valentina-lujan.es/N/caminosmas.pdf
que fue, para ponerlas más difíciles por si no lo estaban ya bastante, exactamente lo que hice retrocediendo, regresando ― mientras el señor Ramírez tomaba la merienda que su esposa le sirvió en una bandejita ─ al Cofee & Shop de mis desdichas y tan infausto recuerdo donde creí, me pareció, verla con sus botas con vueltas de piel dejando, para ocasión más favorable que a saber (tan caprichosos como se muestran a veces los designios del destino) si alguna vez volviera a presentarse, el juego tan prometedor de los pequeños engañoso ― caso de que mi ego, mi indomeñable instinto creador se rebelase y eligiera, abandonando todo buen propósito de humildad y de prudencia, tirar por lo alto ― de las grandes falacias tan pésimamente expresadas por el “adorable querubín” de marras para intentar, con poquísimas ganas de andarme con contemplaciones ni prodigar sonrisas o requiebros, hacer las paces como quien se agarra a un clavo ardiendo con la camarera que tan poquito interés había mostrado en, con una frase sencilla y así como que de pasada mientras se hacía la entretenida simulando limpiar la mesa de al lado pese a que en verdad hasta yo me daba cuenta de que se empezaba a hacer tarde, echarme una mano.
Y es que, o que me quite la razón si no — que siempre me ha parecido una frase ciertamente chocante, porque cómo puede nadie quitarte lo que no estás teniendo — cualquier lector versado en ficciones si es que yo no la tengo, un personaje secundario puede, muchas veces, hacer un papel del todo brillante e imprimir un giro de ciento ochenta grados (hay personas que dicen “trescientos sesenta”, pero que se fijen un poquito, por favor, y vean en qué posición se quedan) a los acontecimientos.
Pero a esta camarera mía no parecía que le sedujera ser un personaje secundario; creo más bien que utilizaba su trabajo como trampolín con la esperanza de que un día entrara en el local un tipo que la descubriese como actriz, o cantante o modelo.
Fin
Que, sí, salió bastante airoso del atolladero en que se vio de tener que recoger el testigo y sacar adelante el trabajo que no pudo continuar el bajito; pero la señorita Benilde le dijo que ella lo sentía pero que el testigo estaba protegido por la palabra que, al verlo tan afligido por tener que ir a cortarse el pelo tan de improviso a mitad de la evaluación, ella le diese de encargarlo a uno alto, para compensar su ausencia.
El de los granos le quedó tan agradecido que, se cuenta, fueron desde entonces amigos inseparables.
Papeles
Work type Literary: Other
Tags papeles, prosa
-------------------------
Registry info in Safe Creative
Identifier 2402186951899
Entry date Feb 18, 2024, 10:01 AM UTC
License All rights reserved
-------------------------
Copyright registered declarations
Author. Holder Primitiva. Date Feb 18, 2024.
Information available at https://www.safecreative.org/work/2402186951899-los-caminos-de-eloy-acuerdo