Quienes somos (versión 10a-1)
06/29/2023
2306294709536

About the work

http://valentina-lujan.es/N/npver10a.pdf
no parece, en un principio, que pueda resultar problemática; no tiene uno, o una, o un hatajo ― o una multitud por aquello de no ningunear a género alguno de especímenes ― más que llegar y decir pues yo o nosotros o nosotras somos Fulanito de Tal, o Perenganita de Cual, o estos/as o los/as otros/as o los/as de más allá e hijos/as, todos/as y cada uno/a, de nuestros/as respectivos/as padres/as... No, mira, ahí nos hemos equivocado, pero en un alarde de humildad y de saber no ocultar nuestros errores lo vamos a dejar como está y seguir, como si tal cosa, aunque saltándonos - eso sí - las obviedades que todos damos por sentadas en lo que concierne a nuestros semejantes que, como si vamos al diccionario de sinónimos encontraremos que son "similares", o - eso también - "parecidos/as", a nosotros/as mismos/as, ¿no?, que es de quienes estamos hablando, si no hemos perdido el hilo y, por tanto, portadores/as tanto unos/as como otros/as ― aparte de "de valores eternos", que también se da por sentado y no sabemos si vamos a tener sillas para tantos/as ― de obviedades tan nada diferentes de las propias que para qué repetirlas, nosotros, por puro sentido común y del ahorro, nos atenemos a la más estricta de las lógicas y no las repetimos…

¿O sí lo hemos perdido?

El hilo, que sería lo grave; porque el sentido común ― ¡una cosa tan corriente! ―, cuánto ni qué puede importar cuando, además, nos queda el propio, de infinitamente mayor enjundia y entidad. Y si lo hemos perdido, Dios no lo quiera, sí que la habremos liado porque nos pasará como, hace apenas unos días sin ir más lejos, nos sucedió a nosotros en nuestras propias carnes mortales cuando buscando… pues qué podía estar siendo, que así al pronto no caemos…

Bueno, pues no sabemos, pero un destornillador...

¿Qué estábamos diciendo? Ah, ya: que para coger la pinza de la ropa con que sujetar el estor averiado del cuarto de estar y poder así abrir la ventana… Pero tampoco vamos a extendernos en eso porque, nos figuramos, quien más quien menos ya cuenta con sus trucos propios para abrir sus ventanas.

Además, la ventana la terminábamos de cerrar; así que, la pinza…

Bueno, mira: es igual.

El caso es en resumidas cuentas que fuera por la razón que fuese buscábamos algo y derramamos, sin quererlo, la copa de algún néctar repuntado que nuestra memoria se obstinó en despertar como ambrosía…

Así: sin esperarlo.

La dejamos hacer ― a la memoria ― y, con deleite, lo aplicamos ― el néctar, pero si tenemos que explicarlo todo nos dejamos de sofisticaciones y decimos, por poner un poner, que era lejía ― con las yemas de los dedos en las sienes, y en el cuello, y detrás de las orejas y en la frente, y aspiramos el olor evanescente del antaño mientras se demoraba ella por entre los jirones de las tardes ociosas en que, lejos de los lugares más o menos comunes que hoy se nos figuran tan exóticos, lejos también de sospechar siquiera que pudiera existir un “mañana” distinto de aquellos que se desperezaban en amaneceres tan iguales, éramos algo que, por cierto, la última vez que alguien lo mencionó ya dio problemas porque ― la más corpulenta de las Cornejo ― que pero, bueno, eso es muy elástico…

– ¿Elástico? ― Doña Atanasia ― ¿Cómo cuánto exactamente de elástico?

–Como muchíssssimo― acompañando su ese tan larga, la otra, con un movimiento amplio y lento de la mano.

– ¡Vaya por Dios! ― cabeceando ésta como quien se contiene para no exclamar ¡lo que hay que oír! Y, girándose a su propia hermana ―: ¿Qué te parece?

Y la hermana se limitó a ladear un poquito la cabeza y volverla a enderezar como queriendo dar a entender ea.

–Ea ― doña Atanasia ―, no; Marianita.

–Pero ¿cómo ― la Cornejo ― que ea, no?

–Pues como que no, sencillamente.

–Mira, Atanasia, yo tengo mucha, pero que muchísima correa, pero, si hay algo que verdaderamente me molest… Porque, ¿quién no ha sido, si es que alguien me lo puede explicar, algo a lo largo de su vida alguna vez?

–Ya. Si no ― doña Atanasia ―: si algo sí. A lo que voy es a que…

–Lo que ella está queriendo decir ― la Cornejo corpulenta también pero algo menos, dando a la hermana suya unos suaves golpecitos con sus dedos en el antebrazo ― es que quién no ha sido algo alguna vez aunque no fuera lo que estuviese deseando fervientemente ser…
Etiqueta: Papeles
Categoría: Telas

Literary: Other
telas de araña
papeles
doña gardenia
Shown in

Creativity declaration

100% human created

Declaration Date: Jun 29, 2023, 12:59 PM

Identification level: Low

Fictional content

Declaration Date: Jun 29, 2023, 12:59 PM

Identification level:
Low

Copyright registered declarations

doña Gardenia
Author
Consolidated inscription:
Attached documents:
0
Copyright infringement notifications:
0
Contact

Notify irregularities in this registration

Print work information
Work information

Title Quienes somos (versión 10a-1)
http://valentina-lujan.es/N/npver10a.pdf
no parece, en un principio, que pueda resultar problemática; no tiene uno, o una, o un hatajo ― o una multitud por aquello de no ningunear a género alguno de especímenes ― más que llegar y decir pues yo o nosotros o nosotras somos Fulanito de Tal, o Perenganita de Cual, o estos/as o los/as otros/as o los/as de más allá e hijos/as, todos/as y cada uno/a, de nuestros/as respectivos/as padres/as... No, mira, ahí nos hemos equivocado, pero en un alarde de humildad y de saber no ocultar nuestros errores lo vamos a dejar como está y seguir, como si tal cosa, aunque saltándonos - eso sí - las obviedades que todos damos por sentadas en lo que concierne a nuestros semejantes que, como si vamos al diccionario de sinónimos encontraremos que son "similares", o - eso también - "parecidos/as", a nosotros/as mismos/as, ¿no?, que es de quienes estamos hablando, si no hemos perdido el hilo y, por tanto, portadores/as tanto unos/as como otros/as ― aparte de "de valores eternos", que también se da por sentado y no sabemos si vamos a tener sillas para tantos/as ― de obviedades tan nada diferentes de las propias que para qué repetirlas, nosotros, por puro sentido común y del ahorro, nos atenemos a la más estricta de las lógicas y no las repetimos…

¿O sí lo hemos perdido?

El hilo, que sería lo grave; porque el sentido común ― ¡una cosa tan corriente! ―, cuánto ni qué puede importar cuando, además, nos queda el propio, de infinitamente mayor enjundia y entidad. Y si lo hemos perdido, Dios no lo quiera, sí que la habremos liado porque nos pasará como, hace apenas unos días sin ir más lejos, nos sucedió a nosotros en nuestras propias carnes mortales cuando buscando… pues qué podía estar siendo, que así al pronto no caemos…

Bueno, pues no sabemos, pero un destornillador...

¿Qué estábamos diciendo? Ah, ya: que para coger la pinza de la ropa con que sujetar el estor averiado del cuarto de estar y poder así abrir la ventana… Pero tampoco vamos a extendernos en eso porque, nos figuramos, quien más quien menos ya cuenta con sus trucos propios para abrir sus ventanas.

Además, la ventana la terminábamos de cerrar; así que, la pinza…

Bueno, mira: es igual.

El caso es en resumidas cuentas que fuera por la razón que fuese buscábamos algo y derramamos, sin quererlo, la copa de algún néctar repuntado que nuestra memoria se obstinó en despertar como ambrosía…

Así: sin esperarlo.

La dejamos hacer ― a la memoria ― y, con deleite, lo aplicamos ― el néctar, pero si tenemos que explicarlo todo nos dejamos de sofisticaciones y decimos, por poner un poner, que era lejía ― con las yemas de los dedos en las sienes, y en el cuello, y detrás de las orejas y en la frente, y aspiramos el olor evanescente del antaño mientras se demoraba ella por entre los jirones de las tardes ociosas en que, lejos de los lugares más o menos comunes que hoy se nos figuran tan exóticos, lejos también de sospechar siquiera que pudiera existir un “mañana” distinto de aquellos que se desperezaban en amaneceres tan iguales, éramos algo que, por cierto, la última vez que alguien lo mencionó ya dio problemas porque ― la más corpulenta de las Cornejo ― que pero, bueno, eso es muy elástico…

– ¿Elástico? ― Doña Atanasia ― ¿Cómo cuánto exactamente de elástico?

–Como muchíssssimo― acompañando su ese tan larga, la otra, con un movimiento amplio y lento de la mano.

– ¡Vaya por Dios! ― cabeceando ésta como quien se contiene para no exclamar ¡lo que hay que oír! Y, girándose a su propia hermana ―: ¿Qué te parece?

Y la hermana se limitó a ladear un poquito la cabeza y volverla a enderezar como queriendo dar a entender ea.

–Ea ― doña Atanasia ―, no; Marianita.

–Pero ¿cómo ― la Cornejo ― que ea, no?

–Pues como que no, sencillamente.

–Mira, Atanasia, yo tengo mucha, pero que muchísima correa, pero, si hay algo que verdaderamente me molest… Porque, ¿quién no ha sido, si es que alguien me lo puede explicar, algo a lo largo de su vida alguna vez?

–Ya. Si no ― doña Atanasia ―: si algo sí. A lo que voy es a que…

–Lo que ella está queriendo decir ― la Cornejo corpulenta también pero algo menos, dando a la hermana suya unos suaves golpecitos con sus dedos en el antebrazo ― es que quién no ha sido algo alguna vez aunque no fuera lo que estuviese deseando fervientemente ser…
Etiqueta: Papeles
Categoría: Telas
Work type Literary: Other
Tags telas de araña, papeles, doña gardenia

-------------------------

Registry info in Safe Creative

Identifier 2306294709536
Entry date Jun 29, 2023, 12:59 PM UTC
License All rights reserved

-------------------------

Copyright registered declarations

Author. Holder doña Gardenia. Date Jun 29, 2023.


Information available at https://www.safecreative.org/work/2306294709536-quienes-somos-version-10a-1-
© 2024 Safe Creative