En el fragor de la quietud
06/17/2023
2306174618996

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https://valentina-lujan.es/E/enelfragor.pdf
Había un hombre atado a una estaca que no tenía ojos y en sus zapatos estaba escrito el código civil, en otro idioma, de un país desconocido interpretado alegremente al violín por otro hombre no atado, ni por causas ajenas a la voluntad última de su bella y por ende enormemente voluble esposa fallecida en circunstancias extrañas años atrás ni, en este caso en concreto — habitual por cierto hasta la fecha y el extremo de no requerir, aparte de las investigaciones rutinarias que se llevan a efecto siempre que existen sospechas fundadas de que una simple inspección ocular no va a esclarecer del todo los porqués a veces tan complejos de cualquier acto humano en apariencia inicuo y digno del más severo de los castigos consignados en nuestro propio código redactado por nuestros propios legisladores y en lengua vernácula , escenografía ni decorado ni más acompañamiento que el séquito constituido de mala gana y a empujones por una pequeña banda de aserradores bien dispuestos y muy mal encarados compuesta ya desde bien temprano y en semicírculo alrededor de un atardecer ventoso que amenazaba tormenta por el lechero con sus correspondientes vacas, el encargado de la oficina de patentes y marcas con sus manguitos y sus anteojos, el comprador compulsivo que por azares del destino o con las prisas hubiese adquirido inopinadamente el compromiso estúpido de servir el desayuno a los rezagados y rezongones que se quejarían indefectiblemente de que estaba frío o falto de azúcar, y, cerrando filas, una señorita que encantadora ella de serpientes pese a no tener apenas práctica en semejantes lides no perdía los nervios ni cesaba de sonreír asegurando que no había nada que temer ya que no eran venenosas —, a nada ni a nadie que, a su vez y con intermitencias harto irregulares unas veces e imprecisas otras que oscilaban entre la más deliciosa de las espontaneidades y el más tedioso y monocorde de los rigores científicos, hubiera debido en circunstancias menos dramáticas imaginar jamás nada tan ridículo como el verse — escorado, tirando a borroso y medio de refilón o de soslayo— involucrado en la necesidad de literalmente desgañitarse pretendiendo no rodilla en tierra y ramo de flores en ristre a la señorita de las serpientes, que aun con el atenuante de sus innegables encantos no era su estilo ni entraba ni podría nunca entrar en sus planes por una simple cuestión de espacio vital, en primer término, ni por otra bastante más compuesta de unas prioridades que no albergaba intención alguna de airear en segundo ni en tercero ni en ninguno de quién podría saber qué otros innumerables por escasez de aforo posibles términos, al ectoplasma por bello que pudiera ser de una difunta a la que no tenía el placer de haber conocido sino, apenas y tan sólo, implicado y nada más en concepto de cómplice o mero encubridor/a en la obligación ineludible de meter en las cabezas de sus convecinos conceptos tan abstrusos como que si tan cierto era que como que por causa de que un triángulo fuese rectángulo el cuadrado de su hipotenusa tendría indefectiblemente que ser igual a la suma de los cuadrados de los catetos del citado rectángulo podría serlo el rumor mal que les pesase a los presentes bajo los efectos perniciosos hasta la saciedad de lo muy endeble del argumento esgrimido por el del violín aduciendo que todo había sido una patraña por desacreditarlo y siempre — igual que en el supuesto anterior, ya que las premisas y sus equivalencias había que mantenerlas por muy escurridizas o renuentes a ser sostenidas que pudiesen parecer en aquella primera e informal toma de contacto — a la sombra de que la verificación de los resultados soportase sin pestañear ni dar muestras de fastidio la prueba del nueve de unas olas que en nuestras latitudes y por causa de que éramos todos gentes de tierra adentro eran desconocidas pero que, por qué no, estarían a buen seguro y en algún lugar por lejano o inimaginable que pudiera resultar para nuestras mentes, batiendo palmas de contento si las cosas salían bien o, a sí mismas, en retirada con desorden y enorme estrépito si volvían a salir mal y fracasaban de nuevo en el empeño de derribar aquel odioso acantilado tan terco; pero se veía, en el espejo del fondo de la sala, reflejado fielmente y hasta el más mínimo detalle frente a la maldición que lo exponía de forma reiterada y sin saber por qué siempre que creyéndose libre de cualquier clase de ataduras acudía a visitarnos y aceptaba el papel en apariencia inocuo de un alguien no atado a nada ni a nadie a la mirada torva de unas gentes que, aun sin motivos bien traídos y mejor argumentados — como puede verse en la exposición detallada más arriba de los hechos — desconfiaban sistemática...
8 de mayo de 2012
Etiqueta: Algarabías
Categoría: Narrativa

Literary: Other
narrativa
algarabías
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Alicia Bermúdez Merino
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2306174619047
Entelequio en 0-0-0 para una algarabía
06/17/2023
Alicia Bermúdez Merino
https://valentina-lujan.es/prosa/hombreatado.pdf Había un hombre atado a una estaca que no tenía ojos y en sus zapatos estaba escrito el código civil, en otro idioma, de un país desconocido interpretado alegremente al violín por otro hombre no atado, ni por causas ajenas a la voluntad última de su bella y por ende enormemente voluble esposa fallecida en circunstancias extrañas años atrás ni, en este caso en concreto, a nada ni a nadie que, a su vez y con intermitencias harto irregulares unas veces e imprecisas otras que oscilaban entre la más deliciosa de las espontaneidades y el más tedioso y monocorde de los rigores científicos, hubiera debido en circunstancias menos dramáticas imaginar jamás nada tan ridículo como el verse involucrado en la necesidad de literalmente desgañitarse pretendiendo no rodilla en tierra y ramo de flores en ristre a la señorita de las serpientes, que aun con el atenuante de sus innegables encantos no era su estilo ni entraba ni podría nunca entrar en sus planes por una simple cuestión de espacio vital, en primer término, ni en la obligación ineludible de meter en las cabezas de sus convecinos conceptos tan abstrusos como que si tan cierto era que como que por causa de que un triángulo fuese rectángulo el cuadrado de su hipotenusa tendría indefectiblemente que ser igual a la suma de los cuadrados de los catetos del citado rectángulo podría serlo el rumor de unas olas que en nuestras latitudes y por causa de que éramos todos gentes de tierra adentro eran desconocidas pero que, por qué no, estarían a buen seguro y en algún lugar por lejano o inimaginable que pudiera resultar para nuestras mentes, batiendo palmas de contento si las cosas salían bien o, a sí mismas, en retirada con desorden y enorme estrépito si volvían a salir mal y fracasaban de nuevo en el empeño de derribar aquel odioso acantilado tan terco; pero se veía, en el espejo del fondo de la sala, reflejado fielmente y hasta el más mínimo detalle frente a la maldición que lo exponía a la mirada torva de unas gentes que, aun sin motivos bien traídos y mejor argumentados — como puede verse en la exposición detallada más arriba de los hechos — desconfiaban sistemáticamente de él atribuyéndole culpas, inexactitudes y desórdenes que, en una opinión de la que empezaba a dudar que fuese suya, en absoluto le correspondían pero no se decidía en su irresolución a rechazar. Etiqueta: Entelequios Categoría: Prosa
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2306174619115
Entelequio en 255-0-0 para una algarabía
06/17/2023
Alicia Bermúdez Merino
https://valentina-lujan.es/prosa/habitualpor.pdf En el fragor de la quietud habitual por cierto hasta la fecha y el extremo de no requerir, aparte de las investigaciones rutinarias que se llevan a efecto siempre que existen sospechas fundadas de que una simple inspección ocular no va a esclarecer del todo los porqués a veces tan complejos de cualquier acto humano en apariencia inicuo y digno del más severo de los castigos consignados en nuestro propio código redactado por nuestros propios legisladores y en lengua vernácula , escenografía ni decorado ni más acompañamiento que el séquito constituido de mala gana y a empujones por una pequeña banda de aserradores bien dispuestos y muy mal encarados compuesta ya desde bien temprano y en semicírculo alrededor de un atardecer ventoso que amenazaba tormenta por el lechero con sus correspondientes vacas, el encargado de la oficina de patentes y marcas con sus manguitos y sus anteojos, el comprador compulsivo que por azares del destino o con las prisas hubiese adquirido inopinadamente el compromiso estúpido de servir el desayuno a los rezagados y rezongones que se quejarían indefectiblemente de que estaba frío o falto de azúcar, y, cerrando filas, una señorita que encantadora ella de serpientes pese a no tener apenas práctica en semejantes lides no perdía los nervios ni cesaba de sonreír asegurando que no había nada que temer ya que no eran venenosas reemplazada por otra bastante más compuesta de unas prioridades que no albergaba intención alguna de airear en segundo ni en tercero ni en ninguno de quién podría saber qué otros innumerables por escasez de aforo posibles términos, al ectoplasma por bello que pudiera ser de una difunta a la que no tenía el placer de haber conocido sino, apenas y tan sólo, implicado y nada más en concepto de cómplice o mero encubridor/a. 17 de junio de 2023 Etiqueta: Enteléquios Categoría: Prosa
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2306174619276
Enteléquio en 0-176-80 para una algarabía
06/17/2023
Alicia Bermúdez Merino
https://valentina-lujan.es/prosa/escorado.pdf escorado, tirando a borroso y medio de refilón o de soslayo aunque tal actitud nada mas fuese un intento no poco desmañado de no indisponerse con una autoridad que lo despreciaría por revelarse como entidad perturbadora de un orden que en absoluto, de momento al menos, hubiera sido justo ni de recibo el alterar considerando, por recomendación expresa del un poco chaparrito y grotesco alto funcionario encargado de dar lustre y brillo a los zapatos deslucidos de las damas —agotadas, es verdad y así se reconoció como legítimo y natural argumento hijo del cansancio que obviamente les causara tan larga caminata por tan escarpados vericuetos— que se apresuró, en persona y sin delegar en subalterno alguno, a postrarse de hinojos y frotar, frotar y frotar con el trozo de trapo de cocina de que se le abasteció a tal fin, hasta arrancar no de cuajo —era él hombre delicado en absoluto proclive a cualquier tipo de violencia—pero sí destellos que dejaron deslumbrada a una concurrencia que, aunque a ciegas y puramente a bulto, aplaudió con entusiasmo que dejó huella indeleble en los habitantes de aquel globo, suyo, de todos ellos, tan pequeño y tan terráqueo cómo lo vieran infinidad de veces sin dar crédito imaginando que era por puro efecto de la perspectiva y la distancia. 17 de junio de 2023 Etiqueta: Enteléquios Categoría: Prosa
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2306174622733
Enteléquio en 196-89-17 para una algarabía
06/17/2023
Alicia Bermúdez Merino
https://valentina-lujan.es/prosa/deformareit.pdf En el fragor de la quietud de forma reiterada y sin saber por qué siempre que creyéndose libre de cualquier clase de ataduras acudía a visitarnos y aceptaba el papel en apariencia inocuo de un alguien no atado a nada ni a nadie exhortaba ella —tan enérgica, a grandes voces que sobresaltaban a los que en horas tan calurosas de la tarde sesteaban y, especialmente en primavera, a los pajarillos en las copas, tan altas y tan finas, de los árboles y tallos tan largos y siempre en consonancia con el contenido que se les escanciara— a no doblegarse, aun esbelta en grado sumo y sorprendentemente ágil, ni renunciar a unos derechos que, adquiridos a un precio exorbitante que obligó incluso a romper los cerditos de los niños que prorrumpieron como en cascada y a su vez en profusión de abundantes y muy sonoros llantos, se tornarían, irreversiblemente y valiera lo que valiese la redundancia, en reveses que a ver cómo luego y encogidos —por causa de las lluvias previsibles de un invierno que amenazaba, de lejos, sí, pero ya llegaría con sus abundantes lluvias cuando de sobra es sabido que al secar todo encoge— podríamos encontrar un sastre que los devolviera a su ser sin que se notase que eran de la temporada pasada o de un hermano mayor que había dado el estirón de las anginas. 17 de junio de 2023 Etiqueta: Enteléquios Categoría: Prosa
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2306184624123
Enteléquio en 0-32-96 para una algarabía
06/18/2023
Alicia Bermúdez Merino
https://valentina-lujan.es/prosa/malquelep.pdf En el fragor de la quietud mal que les pesase a los presentes bajo los efectos perniciosos hasta la saciedad de lo muy endeble del argumento esgrimido por el del violín aduciendo que todo había sido una patraña por desacreditarlo y siempre — igual que en el supuesto anterior, ya que las premisas y sus equivalencias había que mantenerlas por muy escurridizas o renuentes a ser sostenidas que pudiesen parecer en aquella primera e informal toma de contacto — a la sombra de que la verificación de los resultados soportase sin pestañear ni dar muestras de fastidio la prueba del nueve o, en su defecto o lacra que bien pudiera haberle venido de fábrica porque nadie recordaba haberla visto antes perfecta y sin más mácula que un pequeñísimo lunar en la mejilla izquierda (y eso nada más cuando muy de tarde en tarde sonreía), pestañeando si no sabía evitarlo y dando todas las muestras que tuviese a bien de puntillas, festones, nidos de abeja, vainica doble y, hasta si se estiraba un poquito y con esmero, punto de cruz y raya y media vuelta y adiós muy buenas si es que la tenían muy, pero que muy harta. 18 de junio de 2023 Etiqueta: Enteléquios Categoría: Prosa
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Title En el fragor de la quietud
https://valentina-lujan.es/E/enelfragor.pdf
Había un hombre atado a una estaca que no tenía ojos y en sus zapatos estaba escrito el código civil, en otro idioma, de un país desconocido interpretado alegremente al violín por otro hombre no atado, ni por causas ajenas a la voluntad última de su bella y por ende enormemente voluble esposa fallecida en circunstancias extrañas años atrás ni, en este caso en concreto — habitual por cierto hasta la fecha y el extremo de no requerir, aparte de las investigaciones rutinarias que se llevan a efecto siempre que existen sospechas fundadas de que una simple inspección ocular no va a esclarecer del todo los porqués a veces tan complejos de cualquier acto humano en apariencia inicuo y digno del más severo de los castigos consignados en nuestro propio código redactado por nuestros propios legisladores y en lengua vernácula , escenografía ni decorado ni más acompañamiento que el séquito constituido de mala gana y a empujones por una pequeña banda de aserradores bien dispuestos y muy mal encarados compuesta ya desde bien temprano y en semicírculo alrededor de un atardecer ventoso que amenazaba tormenta por el lechero con sus correspondientes vacas, el encargado de la oficina de patentes y marcas con sus manguitos y sus anteojos, el comprador compulsivo que por azares del destino o con las prisas hubiese adquirido inopinadamente el compromiso estúpido de servir el desayuno a los rezagados y rezongones que se quejarían indefectiblemente de que estaba frío o falto de azúcar, y, cerrando filas, una señorita que encantadora ella de serpientes pese a no tener apenas práctica en semejantes lides no perdía los nervios ni cesaba de sonreír asegurando que no había nada que temer ya que no eran venenosas —, a nada ni a nadie que, a su vez y con intermitencias harto irregulares unas veces e imprecisas otras que oscilaban entre la más deliciosa de las espontaneidades y el más tedioso y monocorde de los rigores científicos, hubiera debido en circunstancias menos dramáticas imaginar jamás nada tan ridículo como el verse — escorado, tirando a borroso y medio de refilón o de soslayo— involucrado en la necesidad de literalmente desgañitarse pretendiendo no rodilla en tierra y ramo de flores en ristre a la señorita de las serpientes, que aun con el atenuante de sus innegables encantos no era su estilo ni entraba ni podría nunca entrar en sus planes por una simple cuestión de espacio vital, en primer término, ni por otra bastante más compuesta de unas prioridades que no albergaba intención alguna de airear en segundo ni en tercero ni en ninguno de quién podría saber qué otros innumerables por escasez de aforo posibles términos, al ectoplasma por bello que pudiera ser de una difunta a la que no tenía el placer de haber conocido sino, apenas y tan sólo, implicado y nada más en concepto de cómplice o mero encubridor/a en la obligación ineludible de meter en las cabezas de sus convecinos conceptos tan abstrusos como que si tan cierto era que como que por causa de que un triángulo fuese rectángulo el cuadrado de su hipotenusa tendría indefectiblemente que ser igual a la suma de los cuadrados de los catetos del citado rectángulo podría serlo el rumor mal que les pesase a los presentes bajo los efectos perniciosos hasta la saciedad de lo muy endeble del argumento esgrimido por el del violín aduciendo que todo había sido una patraña por desacreditarlo y siempre — igual que en el supuesto anterior, ya que las premisas y sus equivalencias había que mantenerlas por muy escurridizas o renuentes a ser sostenidas que pudiesen parecer en aquella primera e informal toma de contacto — a la sombra de que la verificación de los resultados soportase sin pestañear ni dar muestras de fastidio la prueba del nueve de unas olas que en nuestras latitudes y por causa de que éramos todos gentes de tierra adentro eran desconocidas pero que, por qué no, estarían a buen seguro y en algún lugar por lejano o inimaginable que pudiera resultar para nuestras mentes, batiendo palmas de contento si las cosas salían bien o, a sí mismas, en retirada con desorden y enorme estrépito si volvían a salir mal y fracasaban de nuevo en el empeño de derribar aquel odioso acantilado tan terco; pero se veía, en el espejo del fondo de la sala, reflejado fielmente y hasta el más mínimo detalle frente a la maldición que lo exponía de forma reiterada y sin saber por qué siempre que creyéndose libre de cualquier clase de ataduras acudía a visitarnos y aceptaba el papel en apariencia inocuo de un alguien no atado a nada ni a nadie a la mirada torva de unas gentes que, aun sin motivos bien traídos y mejor argumentados — como puede verse en la exposición detallada más arriba de los hechos — desconfiaban sistemática...
8 de mayo de 2012
Etiqueta: Algarabías
Categoría: Narrativa
Work type Literary: Other
Tags narrativa, algarabías

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Identifier 2306174618996
Entry date Jun 17, 2023, 5:14 PM UTC
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