About the work
El pincel dibujaba los trazos al descuido. Pretendía cambiar la vestimenta de una rosa. Ella simbolizaba la ternura, con aquel color que despedía sentimientos de melancolía desafiante y a la vez tierna. La artista se miraba en cada pétalo de aquella rosa, eran como espejos que duplicaban sus pesares, como si les hablasen a la estirpe aprisionada en la naturaleza misma de tantas y tantas contradicciones.
El pincel moldeaba cada trazo, no había forma de armonizar los matices. Se mezclaban colores al azar, todos se confundían ante tan extraña sensación. Jamás habían visto llorar a una rosa y no eran solo sollozos plañideros, era angustia, impotencia, era defensa y reclamo, lloraba el duelo que despedía lo genuino de su esencia y la autenticidad de sus pétalos.
La rosa derramaba tantas lágrimas que era imposible lograr la perfección y disimularlas en sonrisas. Y ella defendía su identidad, se identificaba con cada rasgo de su individual apariencia, le gustaba como era, no pretendía analogías ni similares. Era feliz así, única e irrepetible. La rosa se aferraba a su filiación, a lo que era y a lo que reflejaba a través de sus pétalos callados y tiernos.
Pero allí permanecía inerte el pincel, en aquella mano autómata, que lo manipulaba sin gracia, sin deseos de nada, solo de pretender cambiar una apariencia sin importar la voluntad y el derecho de la rosa , la única diferente entre todas aquellas que la miraban atónitas desde el jardín, sin entender nada.
Un instante hizo palidecer la mirada ausente de la artista. Su mano petrificó el pincel entre sus dedos. Una lágrima de la rosa había salpicado su rostro y fue como un estímulo que conectó sus sentidos con el poder de la creación y la aceptación. La energía de aquella lágrima había sido un detonante en el neurálgico despertar de sus instintos. Y el pincel se ahogaba en discusiones convulsivas, entre la absurda estupidez de la apariencia y el esplendor de todo lo genuino.
La rosa despojaba sus ropajes de horrible vanidad y de falacias. Era ella misma la que hablaba con su ternura crucial , sin indolencia, con sus pétalos cubiertos de lirismo y del suave aroma melancólico e infalible de otros tiempos.
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Title “EL PINCEL Y LA ROSA”
El pincel dibujaba los trazos al descuido. Pretendía cambiar la vestimenta de una rosa. Ella simbolizaba la ternura, con aquel color que despedía sentimientos de melancolía desafiante y a la vez tierna. La artista se miraba en cada pétalo de aquella rosa, eran como espejos que duplicaban sus pesares, como si les hablasen a la estirpe aprisionada en la naturaleza misma de tantas y tantas contradicciones.
El pincel moldeaba cada trazo, no había forma de armonizar los matices. Se mezclaban colores al azar, todos se confundían ante tan extraña sensación. Jamás habían visto llorar a una rosa y no eran solo sollozos plañideros, era angustia, impotencia, era defensa y reclamo, lloraba el duelo que despedía lo genuino de su esencia y la autenticidad de sus pétalos.
La rosa derramaba tantas lágrimas que era imposible lograr la perfección y disimularlas en sonrisas. Y ella defendía su identidad, se identificaba con cada rasgo de su individual apariencia, le gustaba como era, no pretendía analogías ni similares. Era feliz así, única e irrepetible. La rosa se aferraba a su filiación, a lo que era y a lo que reflejaba a través de sus pétalos callados y tiernos.
Pero allí permanecía inerte el pincel, en aquella mano autómata, que lo manipulaba sin gracia, sin deseos de nada, solo de pretender cambiar una apariencia sin importar la voluntad y el derecho de la rosa , la única diferente entre todas aquellas que la miraban atónitas desde el jardín, sin entender nada.
Un instante hizo palidecer la mirada ausente de la artista. Su mano petrificó el pincel entre sus dedos. Una lágrima de la rosa había salpicado su rostro y fue como un estímulo que conectó sus sentidos con el poder de la creación y la aceptación. La energía de aquella lágrima había sido un detonante en el neurálgico despertar de sus instintos. Y el pincel se ahogaba en discusiones convulsivas, entre la absurda estupidez de la apariencia y el esplendor de todo lo genuino.
La rosa despojaba sus ropajes de horrible vanidad y de falacias. Era ella misma la que hablaba con su ternura crucial , sin indolencia, con sus pétalos cubiertos de lirismo y del suave aroma melancólico e infalible de otros tiempos.
Work type Literary: Other
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Registry info in Safe Creative
Identifier 2303033721910
Entry date Mar 3, 2023, 8:53 PM UTC
License All rights reserved
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Copyright registered declarations
Author. Holder Gota de Rocío Azul. Date Mar 3, 2023.
Information available at https://www.safecreative.org/work/2303033721910-el-pincel-y-la-rosa-