Leo Inspiré profundamente y solté el aire despacio. Después llamé a la puerta y esperé. La puerta se abrió al poco tiempo. —Un poco tarde para ayudarme a recoger. —Se hizo a un lado para dejarme pasar. —Creí que lo habíamos dejado todo en su sitio. —No habría dejado una buena impresión si dejo a mi chica sola para que limpiase todo el estropicio. —El lavavajillas terminará dentro de poco, así que puedes ayudarme a colocar la vajilla. —Cerré la puerta a mi espalda después de entrar. —Yo venía a p
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Leo Me costó decirle que tenía que irme, pero Jade enseguida entendió que quisiera hablar con mi padre en la intimidad. Me sentía dividido, tenía tantas ganas de quedarme como de mantener aquella conversación con él. Pero la obligación siempre está por delante del placer, y tenía la esperanza de que una vez acabase con mi padre, ella estaría ahí. Envié el mensaje de que estaba preparado nada más atravesar el umbral de mi puerta, y esperé a que él llamase cuando le viniese bien. No tardó mucho. —
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Leo No es que fuese la cama más cómoda del mundo, pero si no quería pasar por el largo proceso de higienización, tenía que conformarme con lo que había, y eso era la cama del médico de guardia. En este hospital se tomaban muy en serio el cuidado de los pacientes en cuidados intensivos, nada de posibles contaminaciones en toda el área de hospitalización. Revisé los últimos datos de Alma, sin poder evitar controlar las figuras de Grigor y Drake al otro lado de la cristalera. Sabía que había alguie
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Leo El silencio se mantuvo, al menos hasta que cerré la puerta. Señalé las sillas frente a mi mesa a mis padres, pero yo no sabía si debía sentarme en mi sillón, o cederle el sitio a Nickolay. A fin de cuentas, el hospital lo gestionaba su familia. Podría decirse que era mi jefe, además de casero. Mi madre lo observaba nerviosa, hasta que él asintió y ella se volvió hacia mí. —Eh… Tengo algo que contarte. —Tenemos algo que contarte. —Le corrigió papá mientras tomaba sus manos en señal de apoyo.
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Leo No voy a relatar toda la operación, pero sí que diré que tener aquel órgano entre mis manos fue algo que nunca antes había experimentado. No era mi primer trasplante, pero sí que sentí algo extraño, aunque no por sus características, que eran totalmente idénticas a las de un corazón real, sino al hecho de que alguna manera estaba abriendo una nueva etapa en la historia médica. Aunque de la manera que lo hicimos, dudo de que la gente se entesase algún día. Triunfase o fracasase, aquel era el
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Leo ¡No, no, no! Era demasiado pronto, tenía que esperar hasta encontrar un corazón viable. Esto no tenía que estar pasando en ese momento. —¡Sokol!, trae el botiquín de mi coche. —pidió Grigor. —Necesita oxígeno. —Me incliné hacia ella para empezar con la ventilación asistida. Insuflarle aire soplando en su boca no era lo mejor, pero era lo que tenía hasta que llegase la ambulancia. Después de tres insuflaciones, Jade me apartó para colocar un AMBU sobre sus vías respiratorias. —¿La ambulancia
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Leo —¿Estás seguro? —preguntó Jade con los ojos abiertos como platos. Yo no le veía tanta sorpresa. —Quiero ver dónde has aprendido eso que haces. —Hice un movimiento circular con el dedo, señalando sus piernas. La mejor forma de conocer a una persona es observándola, y me moría por ver lo que Jade hacía fuera del trabajo. Además, quería saber si podía aprender lo mismo que ella. Uno nunca sabe cuando le tocará enfrentarse a un delincuente armado. No, no seré imprudente, pero si la situación lo
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Jade ¡No podía creérmelo!, Leo se había quedado dormido. Esas pastillas debían ser realmente fuertes para haberlo tumbado en tan solo unos minutos. Estaba tan mono así, que daban ganas de besarlo. Nadie más estaba en la habitación, así que me pregunté ¿por qué no? Me incliné y con cuidado deposité un delicado beso sobre su frente. ¿Era tonta? Tenía sus labios mucho más cerca, ¿y le beso en la frente? Observé detenidamente su rostro relajado, del que no quedaba nada de esa mirada curiosa. Y su so
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