Cuando menos en engaños y cuando más en falacias
08/16/2023
2308165072565

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http://valentina-lujan.es/C/cuamenga.pdf
y cuando más en falacias si bien el término “falacia” podía estar pecando de excesivo y, por eso, el abuelo quiso que el chico lo borrara pero no supo y tuvimos que elegir entre desandar un trecho o dejar las cosas como estaban sin prestar oídos a que la sugerencia que habría podido ofrecerse a hacer la vecina de al lado — que, habiéndose presentado casualmente en mitad de la polémica a pedir una tacita de harina para hacer un bizcocho, no estaría de más el suponer que deseara corresponder brindando su ayuda — apuntando al hecho de que podíamos sustituirlo sencillamente por “mentira”, término mucho menos drástico según ella con el que, sin embargo, no estaríamos faltando a la verdad pero sí sorteando un escollo que a saber quién podría ser el desdichado al que cayera en suerte el verse obligado a esgrimir ante los ojos atónitos de sus asombrados ascendientes – si el azar se decantaba por sonreír a los más jóvenes – o frente a las narices de sus – caso de que el albur se inclinase por favorecer a los más viejos – estupefactos descendientes.
Ofrecimiento que hubiese podido ser bien acogido por Ramírez y por sus padres y los niños, pero rechazado de plano por la madre (de estos) aduciendo que ella quedaba en desventaja no teniendo a sus propios ascendientes a mano porque “entiéndame, doña Isidora – le diría en un aparte en la cocina – yo a mis suegros los quiero y los respeto, sí, pero no es lo mismo”.
Pero no hubo caso porque la vecina no se ofreció; pidió con mucha educación la harina (la tacita ya la traía ella, explicando que esa era justo la medida que necesitaba) y en cuanto la tuvo se marchó, dando las gracias y pidiendo perdón por las molestias, pero sin ofrecerse a colaborar ni a escuchar a Sonia en una cocina en la que, por otra parte, no llegó a entrar.
No hubo caso, ni aparte de Sonia en la cocina “doña Isidora entiéndame”; y a mí me vino bien barruntando que mi amigo, cuando se lo comentase, se mostraría reticente a tal eventualidad argumentando que la vecina – si es que en verdad era “vecina” y no un repartidor de guías telefónicas o empleado de alguna empresa suministradora de energía que pretendiera tan sólo leer el contador del gas– podía no venir (o, bueno, “ir”) en son de paz o pidiendo favores con muy buenas maneras y tono compungido porque “me doy cuenta perfectamente de que estoy abusando de su amabilidad, Sonia, pero después de haber prometido a mi nieto que mañana le daría bizcocho para desayunar” resultó que..., en fin, un largo etcétera de inconvenientes quién sabe si no del todo falsos o por lo menos inventados en parte sino, muy por el contrario, hecha un verdadero basilisco – porque ella (la señora de Ramírez hijo) hubiese cometido la falta imperdonable de tender la víspera ropa de color sin centrifugar...
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Este mismo enlace y con el mismo aspecto lo encontrará el lector en este archivo; pero cuando lo encuentre allí acuérdese de no pincharlo ― pues porque no funciona y por unas razones muy complejas y difíciles de contar (y porque además yo sólo soy un editor cuyo único cometido consiste en editar lo que se me encarga, y no en confesarme de nada ni con nadie) no puedo...

Literary: Other
prosa
versaciones
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Sergio Escalante
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Title Cuando menos en engaños y cuando más en falacias
http://valentina-lujan.es/C/cuamenga.pdf
y cuando más en falacias si bien el término “falacia” podía estar pecando de excesivo y, por eso, el abuelo quiso que el chico lo borrara pero no supo y tuvimos que elegir entre desandar un trecho o dejar las cosas como estaban sin prestar oídos a que la sugerencia que habría podido ofrecerse a hacer la vecina de al lado — que, habiéndose presentado casualmente en mitad de la polémica a pedir una tacita de harina para hacer un bizcocho, no estaría de más el suponer que deseara corresponder brindando su ayuda — apuntando al hecho de que podíamos sustituirlo sencillamente por “mentira”, término mucho menos drástico según ella con el que, sin embargo, no estaríamos faltando a la verdad pero sí sorteando un escollo que a saber quién podría ser el desdichado al que cayera en suerte el verse obligado a esgrimir ante los ojos atónitos de sus asombrados ascendientes – si el azar se decantaba por sonreír a los más jóvenes – o frente a las narices de sus – caso de que el albur se inclinase por favorecer a los más viejos – estupefactos descendientes.
Ofrecimiento que hubiese podido ser bien acogido por Ramírez y por sus padres y los niños, pero rechazado de plano por la madre (de estos) aduciendo que ella quedaba en desventaja no teniendo a sus propios ascendientes a mano porque “entiéndame, doña Isidora – le diría en un aparte en la cocina – yo a mis suegros los quiero y los respeto, sí, pero no es lo mismo”.
Pero no hubo caso porque la vecina no se ofreció; pidió con mucha educación la harina (la tacita ya la traía ella, explicando que esa era justo la medida que necesitaba) y en cuanto la tuvo se marchó, dando las gracias y pidiendo perdón por las molestias, pero sin ofrecerse a colaborar ni a escuchar a Sonia en una cocina en la que, por otra parte, no llegó a entrar.
No hubo caso, ni aparte de Sonia en la cocina “doña Isidora entiéndame”; y a mí me vino bien barruntando que mi amigo, cuando se lo comentase, se mostraría reticente a tal eventualidad argumentando que la vecina – si es que en verdad era “vecina” y no un repartidor de guías telefónicas o empleado de alguna empresa suministradora de energía que pretendiera tan sólo leer el contador del gas– podía no venir (o, bueno, “ir”) en son de paz o pidiendo favores con muy buenas maneras y tono compungido porque “me doy cuenta perfectamente de que estoy abusando de su amabilidad, Sonia, pero después de haber prometido a mi nieto que mañana le daría bizcocho para desayunar” resultó que..., en fin, un largo etcétera de inconvenientes quién sabe si no del todo falsos o por lo menos inventados en parte sino, muy por el contrario, hecha un verdadero basilisco – porque ella (la señora de Ramírez hijo) hubiese cometido la falta imperdonable de tender la víspera ropa de color sin centrifugar...
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Este mismo enlace y con el mismo aspecto lo encontrará el lector en este archivo; pero cuando lo encuentre allí acuérdese de no pincharlo ― pues porque no funciona y por unas razones muy complejas y difíciles de contar (y porque además yo sólo soy un editor cuyo único cometido consiste en editar lo que se me encarga, y no en confesarme de nada ni con nadie) no puedo...
Work type Literary: Other
Tags prosa, versaciones

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Identifier 2308165072565
Entry date Aug 16, 2023, 6:21 PM UTC
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Author. Holder Sergio Escalante. Date Aug 16, 2023.


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