Cuando lo conocí se apuntaba a cualquier movida que se presentara. Daba igual, que se tratara de ir al cine, a bailar, a pasar el día en el campo o simplemente tomar unas copas con los amigos. Todo menos quedarse en casa.Siempre decíamos que un derrumbamiento repentino no nos pillaría nunca. Un tiempo después, nos fuimos a vivir juntos y descubrió que estar en el hogar a tu aire no estaba tan mal. La verdad es que a mí un poco de tregua no me importó. Casi que hasta la agradecí, por lo menos al