—¿Cómo estás?
—¿La verdad?
—Sí.
—No sabría decir, espesa, encriptada, agotada. Rozando una exageración consumada por la desesperanza.
—A parte de quejarte, ¿tienes algo más qué decir?
—Mmmm…
—¿Y bien?
—La única neurona que me queda después de estos días anda rabiosa y alelada. Y con una mala leche…
—Quizás deberías estar otra quincena en el olimpo de los desertores, solo para regenerarte y redimirte.
—Paso, me siento muy niñata y las salidas de tono pueden ser mi todo.
—¿E
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Si vinculo una canción a la primavera me vendría la de los Delinqüentes: La primavera trompetera ya llegó, ya me despido del abrigo… Como sabéis soy de pueblo, y la fiesta mayor o la llevas en la sangre o eres un ser desnaturalizado. El mal en persona. Hasta el más díscolo cae ante la desolación social, :)
La cuestión es que en mi caso esto va de la mano a los plazos, ¡malditos! A trabajar como un ser encadenado y sin aspiraciones, un renegado de una sociedad apocalíptica y corrupta, cómo me
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‘‘¿cómo llamarte ahora, con qué nombre
—muerto de toda muerte,
sonrisa deserrada,
inviolado temblor que se desliza—,
si ya no queda nada más que arena?’’
Julia Prilutzky
Recuerdo la primera vez, está grabada en mi membrana como una escena a cámara lenta, mis vísceras nada más verte hicieron clic, por un instante pensé que estaba sufriendo un ataque de corazón, la angustia era tal, que tuve que sostenerme en aquel mugriento taburete.
Como un ser celestial que ha venido a este
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‘‘El viejo mundo está muriendo y el nuevo aún lucha por nacer: ha llegado la hora de los monstruos.’’
Antonio Gramsci
Todo empezó con pequeños cortes de electricidad, duraban segundos a veces minutos, tintineaba y se desvanecía. Después nos adheríamos a la normalidad. No hicimos nada, los de arriba, los que gobiernan con promesas de un pueblo certero, insistían sin tregua que todo era normal, que no debíamos preocuparnos, así que la comodidad en la que residíamos nos anclaba a continu
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‘‘sólo la sed
el silencio
ningún encuentro
cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra’’
Alejandra Pizarnik
Miró en todas direcciones, quizás más tarde se arrepentiría. Demasiadas relaciones fracasadas, todas nacidas de la dependencia, para no sentir soledad, abandono, necesidad de formar parte de algo, de alguien. Una familia. De no ser más que un vago consuelo que se alimenta de desconfianza y
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''Entre los charcos
y las tristezas
de las aceras
hay alfombras
de hojas ocres
para mis pies cansados.
Hojas que evocan
y despiertan
otros otoños
cuando fantaseaba
con futuros hermosos
que luego nunca sucedieron.
Si pudiera
volvería a entonces
aunque fuera por unos minutos
y me daría un abrazo interminable.
Alfombras mágicas
de nostálgicas hojas ocres
para estos pies que tanto han caminado.''
TORO SALVAJE
Cada semana regreso a este parque, me quedo fijo
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Ayyyyyy, de mí, llorona..
—Joder, Julieta. ¿Otra vez?
—Jamás lo entenderás, eres como una lagarto, tienes el corazón entumecido.
—Y, ¿me dirás por quién berreas?
—¡Eres cruel! Te gusta regodearte de mis desgracias.
—No, venga, Juli. Explícamelo.
—Por Martín, oh… con lo majo que es. Ese energúmeno ha puesto en redes que sale con una tal Vicenta, ¿te lo puedes creer?
—Bueno, no erais nada, así que…
—¡Cállate! Me enviaba señales, dejaba indirectas, me hacía sentir un pétalo d
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‘‘Mi madre rezaba cada día para lavar su tristeza,
para obtener el pan temporal de su miseria
y ganarse el cielo, dócilmente.’’
Liliam Jiménez
Rehusé de ella. De sus enseñanzas. Miedos. La ineptitud con la que resbalaba. La servidumbre con la que imploraba cada migaja. Era pequeña, siempre la vi minúscula, anhelante, enlazándose a hombres con la promesa hueca del sustento. Mis hermanos, ellos y yo, éramos simplemente el producto de cada deshonra.
No temí decir adiós a aquella sub
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