Vender fotos en internet no es fácil y la irrupción de la inteligencia artificial (IA) lo complica todavía más. Aun así, algunos profesionales se las ingenian para monetizar su obra a través de la red. La llegada del iPhone, además de un teléfono móvil, puso una cámara fotográfica en manos de todos. Tanto es así que la cámara se ha convertido en componente prioritario de fabricantes y usuarios. Se hacen más fotos que nunca, pero pensar que el móvil supone el fin de los profesionales es una exageración. Más después de que muchos fotógrafos con larga trayectoria hayan abrazado el uso de estos dispositivos como herramienta principal.
Talleres y cursos
Es el caso de Rodrigo Rivas, profesor de fotografía y firme defensor del uso del iPhone, herramienta que lleva utilizando 13 años para su trabajo. Reconoce, no obstante, que actualmente no es la venta de fotografías su principal fuente de ingresos, sino los talleres y cursos que ofrece, sobre todo a las empresas para formar a los empleados encargados de subir contenidos gráficos corporativos, tanto en redes como en páginas web. Este es el nicho en el que verdaderamente dice haber encontrado su oportunidad de negocio después de varios libros sobre fotografía móvil y muchos años demostrando sus ventajas. «Eso es ahora, porque al principio no me querían ni ver, era el judas de los fotógrafos profesionales», dice.
Bancos de imágenes
Se las conoce en el gremio como fotografías de stock. Son imágenes que se crean y se almacena en una base de datos, también llamados bancos de imágenes, para ser vendidas a clientes, preferentemente empresas, que necesitan contenido visual para sus trabajos. Entran en esta categoría plataformas tan populares como Shutterstock, Getty Images o Adobe Stock, entre muchas otras. Suelen ofrecer imágenes genéricas, sin rostros conocidos ni acontecimientos o eventos concretos porque la finalidad es satisfacer las necesidades de diferentes clientes, cuantos más mejor, y que se usen como recurso.
Con este modelo, el profesional se adhiere a la plataforma la cual se encarga explotar comercialmente cada imagen a cambio de una comisión. Los clientes finales pagan una licencia que les otorga derechos de uso durante un tiempo específico mientras que el artista mantiene el derecho de autor y cobra cada vez que alguien se descarga una de sus fotos bajo una licencia determinada. Durante años, el stock ha sido una vía interesante para comercializar el trabajo fotográfico en internet, pero a juicio de los expertos consultados, la irrupción de la inteligencia artificial (IA) generativa pone en riesgo esta alternativa, dado que soluciones como DALL-E, NightCafe Creator, Web Craiyon, entre otras, permiten generar la imagen deseada a partir unas instrucciones de texto descriptivo, bocetos u otras imágenes. «Ya empiezan a verse imágenes en prensa firmadas por IA» observa Rivas.
Venta de producto
Es otra opción que cada vez cobra más peso entre los profesionales como fuente adicional de ingresos. Aprovechando su autoridad en el sector, el fotógrafo vende productos de distintas marcas relacionados con su área de influencia. A cambio, o bien recibe el producto como obsequio o bien aprovecha el contenido para derivar a la audiencia a su propio sitio web. Así acostumbra a hacerlo Antonio Garci, fotógrafo, profesor de fotografía y autor de dos libros, uno sobre retrato y otro sobre desnudo ahondado, en ambos, en una de sus mayores especialidades que es la iluminación.
Su trabajo como divulgador y creador de contenido puede encontrarse en la plataforma Youtube donde cuenta con más de 164.000 suscriptores a quienes remite a su plataforma formativa en su web, el Aula Virtual, aunque también da clases presenciales. Trabaja habitualmente como embajador y formador de prestigiosas marcas del sector a las que promociona con branded content ejerciendo un papel similar al del influencer.
Tu propio ecommerce
Aquellos autores que quieren preservar la autoría de sus trabajos y los derechos completos de comercialización, encuentran una salida en la creación de su propia tienda online. Es la opción elegida por artistas como Miguel Morenatti. Aunque Morenatti reconoce que el grueso de sus ingresos procede de su trabajo como fotoperiodista, sus más de 30 años en el sector le han permitido hacerse con el respeto de sus compañeros y la admiración de muchos seguidores.
A sus admiradores vende en el ecommerce que lleva su mismo nombre el trabajo que realiza en la faceta de fotógrafo de viajes. Las manda enmarcadas a domicilio con imágenes que «más allá de ser una simple fotografía, cuentan historias», dice. Aunque todas las fotos las captura en un entorno real, posteriormente las procesa digitalmente para hacer que la imagen sea visualmente más atractiva, corregir imperfecciones o darle un estilo particular.
El poder de las redes
Todas las fuentes consultadas corresponden a casos de éxito profesional dentro de un sector cada vez más saturado. Coinciden en que la forma de dar a conocer su obra y posicionarse en el mercado ha sido a través de las redes hasta el extremo de que Garci dice «vivir en el Matrix», aludiendo a la cantidad de horas al día que las dedica. En su caso, es el canal de Youtube el que mejor le funciona. A Rivas parece irle mejor en Instagram, mientras que Miguel Morenatti, hermano del dos veces galardonado con el Premio Pulitzer, Emilio Morenatti, destaca en X, canal del que proceden numerosos de los pedidos que recibe. Así que, aunque no sea una herramienta digital de monetización directa, todos se pliegan al poder de las redes para ganar visibilidad y exhibir su trabajo.
En cuanto al riesgo de robo o uso no autorizado de una imagen, aunque todos adoptan medidas preventivas como marcas de agua, metadatos o registros en sitios como la galería digital de Safe Creative (https://www.safecreative.org/creators/es) para proteger sus creaciones, aseguran no ser este su principal tema de preocupación.