Shein se prepara para una impactante salida a bolsa en 2024, pero las controversias sobre propiedad intelectual y prácticas éticas ensombrecen su trayectoria.
La titánica empresa de moda rápida se encuentra en un momento crucial. En poco tiempo han acaparado la atención, gracias a su agresiva estrategia de precios y a ofrecer las últimas tendencias antes que nadie. Su posible salida a bolsa en Wall Street promete ser histórica. Sin embargo, esta ambiciosa expansión viene acompañada de una serie de controversias que plantean serias preguntas sobre sus prácticas comerciales.
Con una valoración que ronda los 66 mil millones de dólares (y aspiraciones de alcanzar hasta 90 mil millones) Shein se posiciona para una de las IPOs más grandes en años.
Controversias de Propiedad Intelectual
En el centro de las críticas a Shein se encuentran numerosas acusaciones de infracción de derechos de autor y marca. Artistas y diseñadores han acusado a la empresa de replicar sus diseños sin autorización, lo que ha llevado a varios litigios.
Casos individuales
Entre otros muchos se encuentra la artista independiente Magdalena Mollman, conocida profesionalmente como Maggie Stephenson. Acusó a Shein de vender reproducciones no autorizadas de su obra «One is good, more is better» sin su permiso y demandó a la empresa por más de 100 millones de dólares. Mollman tomó medidas para proteger su obra, incluyendo su registro en la Oficina de Derechos de Autor de EE. UU. y la inclusión de Información de Gestión de Derechos de Autor (CMI) en la obra en sí.
En mayo de este año, la artista y Shein llegaron a un acuerdo por una suma no revelada.
Otro caso individual es el de Jennifer Stark, una artista de Los Ángeles conocida por sus creaciones con patrones intrincados y colores brillantes. Ha presentado también una demanda por infracción de derechos de autor. La artista realiza obras en 3D y 2D para museos y arte público, y colabora oficialmente con marcas como por ejemplo Sketchers.
Por otro lado, un caso destacado es el de Krista Perry, Larissa Martinez y Jay Baron, tres artistas independientes que han demandado a Shein en un tribunal federal de California. Acusan a Shein y entidades relacionadas (Roadget Business, Zoetop Business…), de infringir sus derechos de autor y marca. Se distinguen, sin embargo, por presentar la demanda bajo la ley RICO, acusando a Shein de actividades de racketeering.
¿Qué es racketeering?
En español se puede traducir como «chantaje» o «extorsión». La ley RICO fue originalmente diseñada para ser utilizada contra la Mafia y organizaciones similares, pero su alcance se ha ampliado con el tiempo. Incluye delitos como extorsión, fraude, lavado de dinero, manipulación de testigos y soborno, entre otros.
Demandas bajo la ley RICO
Las acusaciones bajo la Ley de Organizaciones Corruptas e Influenciadas por Extorsión (RICO, por sus siglas en inglés) son especialmente significativas. Los demandantes argumentan que las infracciones de derechos de autor cometidas por Shein constituyen actividades de racketeering, y que Shein utiliza una estructura corporativa opaca y descentralizada para facilitar y encubrir sus infracciones. Acusan también a la empresa de seguir un patrón sistemático y organizado de infracción de derechos de autor como parte de sus operaciones comerciales.
Es decir, se acusa a Shein no sólo de estar involucrada en actos individuales de infracción, sino de llevar a cabo estas actividades de manera sistemática y como una parte integral de su modelo de negocio.
Aunque la demanda de Krista Perry, Larissa Martínez y Jay Baron ha sido destacada, Shein cuenta con más de 50 demandas federales en los EE. UU. por presunta infracción de derechos de autor y de marca. Éstas incluyen demandas de marcas conocidas como Oakley, Dr. Martens, Ralph Lauren y Stussy, así como de varios diseñadores independientes. Aunque no todas son específicamente demandas RICO, ilustran el alcance de los desafíos legales a los que se enfrenta Shein por su supuesta infracción sistemática de PI.
La acumulación de casos de este tipo presenta dudas serias sobre el respeto de la empresa por la propiedad intelectual y los derechos de los creadores. Subrayan además un problema persistente en la industria de la moda rápida: el precario equilibrio entre la inspiración en tendencias y el respeto a la propiedad intelectual.