Transcripción
Podemos traducir «fair use» como «uso legítimo». Como aclaración del concepto, hablamos de un principio ligado al ámbito de los derechos de autor, que impide que los derechos de propiedad intelectual puedan configurarse como derechos absolutos.
Y sobre esta base podemos hablar de uso libre y gratuito de las obras para fines tales como la crítica, los comentarios, las noticias y también la docencia.
Que los derechos no se configuren como absolutos, quiere decir que están sometidos a ciertos límites. Esto supone que el usuario puede utilizar una obra o la prestación de esa obra sin necesidad de solicitar el consentimiento de los titulares de los derechos. Eso sí, siempre que cumpla con los requisitos establecidos por la Ley de Propiedad Intelectual.
Hablamos de un principio unido a la tradición anglosajona del fomento de nuevos contenidos que parte de la base del fair use americano y se aplica, solo cuando el uso de una obra no infringe los derechos del autor.
Cuatro Criterios
Y si ya te estás preguntando que usos son justos y legítimos bajo el paraguas del fair use, debes saber que la jurisprudencia estadounidense y anglosajona establece cuatro criterios a interpretar.
El primero es el propósito, se centra en el carácter de uso y su naturaleza desde el punto de vista de si es comercial o no lucrativo.
En segundo lugar, atiende a la naturaleza de la obra protegida. El volumen del fragmento utilizado y su importancia en relación con la totalidad de la obra, es el tercer criterio a interpretar.
Y, por último el efecto que dicha utilización produce en el mercado potencial sobre el valor de la obra.
Y que existan límites, no quiere decir que la obra carezca de protección. Esta precisión lleva a diferenciar entre límites absolutos y límites relativos que siempre deben ser interpretados restrictivamente teniendo en cuenta la «regla de los tres pasos» objeto de atención del artículo 40 bis de la Ley de Propiedad Intelectual. Un ejemplo de limitación sería el uso con fines de investigación o educativos.
Tipo de obra
Se aplica el fair use cuando el tamaño del fragmento difundido es muy breve o no provoca un impacto económico significativo en la comercialización de la obra.
Sin embargo, el tipo de obra limitará la extensión que podemos utilizar sin consentimiento. Por ejemplo, cuando se trata de obras literarias, se permite el uso de fragmentos, mientras que las obras fotográficas o en las plásticas se permite el uso de la obra entera, siempre que se haga de manera aislada.
Legislación
El problema surge cuando atendemos a su aplicación en las legislaciones de la Unión Europea y otras, como la de Estados Unidos, en la que, como hemos dicho, se encuentra la base del fair use inspirada por la doctrina y jurisprudencia anglosajona del siglo XVIII.
En la Unión Europea el fair use es un término que evoluciona condicionado por las diferentes legislaciones de los estados miembros y las sentencias del tribunal de justicia de la Unión Europea. Pero la definición de las excepciones y limitaciones antes señaladas se ve también cuestionada por la rápida evolución de las tecnologías digitales y la forma en la que creadores y usuarios actúan.
Frente a este debate de la Unión Europea, más concienciado con la protección de los derechos de autor. En Estados Unidos el fair use se utiliza y se analiza desde una visión más laxa. Es eminentemente abierto y casuístico y por eso que se contrapone al sistema de casos cerrados en el que se ubica el derecho europeo.
Conclusión
No podemos ofrecerte una conclusión en el debate abierto sobre como debe utilizarse la doctrina del fair use. Sin embargo, si podemos adelantarte que la adopción de la nueva Directiva Europea implica que, en un futuro, existirá un desarrollo doctrinal y jurisprudencial respecto de sus límites.
Sobre la propiedad intelectual, las futuras revisiones de las directivas y la jurisprudencia van a jugar un papel esencial en la definición de se uso legítimo de materiales de otros creadores.
También que lo deseable es que avance equilibrando los intereses de los titulares de los derechos de autor y de los creadores y usuarios de contenidos, para garantizar un entorno propicio a la innovación y la libre circulación de la cultura y el conocimiento.
