Si estás interesado en registrar como marca tu nombre de autor o del protagonista de tus obras y te preguntas si es posible, estás de enhorabuena. La respuesta es sí para ambas cuestiones. La propiedad intelectual, que protege los derechos de autor, y la propiedad industrial, que preserva un signo distintivo asociado a productos o servicios para usos comerciales, son perfectamente compatibles. Eso sí, para poder registrarlos como marca deben cumplir con los requisitos que establece la ley. Pero vayamos por partes.
Para que la Oficina de Patentes y Marcas no ponga pegas al registro del nombre bajo que el que publicas, incluso si es un seudónimo, la solicitud tiene que obedecer a fines comerciales. Además, debe respetar las prohibiciones absolutas y relativas que establece este organismo.
Las absolutas suponen, por ejemplo, que el nombre, logotipo, imagen o signo que vayas a registrar debe tener carácter distintivo. Esto quiere decir que debe ser único y diferenciable para que no induzca a engaño al consumidor por su semejanza con otra marca. Por su parte, las relativas requieren que tu marca no interfiera con otras ya registradas previamente, una tarea en la que te puedes apoyar en especialistas como Safe Creative, que se encargan de realizar un estudio de registrabilidad.
Ejemplos relevantes
J.K. Rowling, la marca de la creadora de Harry Potter, o la de Stephen King, son la muestra palpable de que convertir el nombre de autor en marca registrada es un recurso excelente no sólo para controlar la comercialización de los libros, sino también la de los productos derivados como, por ejemplo, películas.
Para obtener el registro como marca de un personaje literario, las condiciones son las mismas que para el nombre del autor. En el que caso de que la protagonista de tu obra se llame María, por ejemplo, sería rechazado por tratarse de un nombre común, también si fuera genérico o descriptivo, excepto si es claramente identificable como Sherlock Holmes.
Asimismo, sólo será viable si el personaje se utiliza comercialmente en productos o servicios como juguetes, ropa, videojuegos, adaptaciones audiovisuales y no sólo en el contexto de la obra literaria. De nuevo, Harry Potter es una referencia clave, puesto que su uso comercial en diferentes industrias ha logrado que el nombre del personaje literario sea reconocido como marca en sí misma.
Anímate y da el paso. Eso sí, cuando elijas el título o el nombre del protagonista de tu próximo libro, ten presente esta posibilidad.