No podemos construir un mundo mejor a través de la innovación sin respetar la propiedad intelectual (PI). Si queremos alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la Asamblea General de las Naciones Unidas para promover la sostenibilidad y abordar desafíos sociales, económicos y ambientales, hemos de protegerla.
Los derechos de propiedad intelectual son claves para impulsar el progreso y construir un futuro próspero. Suponen un activo global que afecta a todos los ámbitos, con un impacto positivo en las 17 metas de sostenibilidad de la Agenda 2030. Están en la base de la educación de calidad, la igualdad de género, el trabajo decente y el crecimiento económico, la reducción de las desigualdades, la acción por el clima, la paz y la justicia.
No es casualidad que el lema de la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual) para el año 2024 sea «La Propiedad Intelectual y los ODS: Nuestro futuro común se forja con innovación y creatividad». Los creadores utilizan la PI para que sus ideas incidan en lo personal y en lo comunitario, generando beneficios económicos y sociales que mejoran la vida de personas en todo el mundo. No hay duda de que juega un rol estratégico en la sostenibilidad a todos los niveles: individual, institucional y empresarial.
Proteger las creaciones: beneficios para las empresas
La propiedad intelectual e industrial ayuda a maximizar el potencial de cualquier negocio. Debe formar parte del ADN de las microempresas, las pymes y las grandes empresas, sea cual sea su sector. Sólo las que la gestionan bien se consideran socialmente responsables. Todo lo que la propiedad intelectual aporta a las empresas puede resumirse en estos 10 puntos:
- Ventajas competitivas: demostrar la capacidad innovadora permite diferenciarse de la competencia y destacar en el mercado.
- Valor añadido: mayor percepción de calidad por parte de los consumidores, generando confianza y fidelidad a la marca.
- Cumplimiento de la ley: asegurar que las ideas y creaciones estén resguardadas legalmente es una medida indispensable para evitar infracciones y posibles sanciones.
- Mejor reputación: proteger el trabajo creativo y la innovación infunde confianza entre grupos con interés, influencia o impacto en la organización. Éstos incluyen, entre otros, a clientes, empleados, proveedores, accionistas, competidores, instituciones, gobiernos y medios de comunicación.
- Mayores beneficios: estar comprometido con la propiedad intelectual puede transformarse en una fuente de ingresos a través de licencias, franquicias o ventas directas.
- Menor carga fiscal: aprovechar incentivos fiscales relacionados con la propiedad intelectual permite disminuir la carga impositiva.
- Estímulo de la creatividad: ofrecer alicientes para el desarrollo de nuevas ideas y soluciones potencia el ingenio y la innovación.
- Atracción y retención de talento: mostrar compromiso con la creación artística, científica o tecnológica contribuye a captar y mantener talento en la empresa.
- Más inversión en I+D: garantizar la protección de las innovaciones fomenta la inversión en investigación y desarrollo, y puede suponer retornos financieros a largo plazo.
- Oportunidades de colaboración: reconocer la propiedad intelectual atrae a inversores y socios, fortaleciendo su posición en negociaciones comerciales y alianzas estratégicas.
Integrar la PI en la estrategia empresarial con criterios ESG
Las palabras y las buenas intenciones ya no bastan cuando se trata de afianzar la credibilidad de una empresa. Es necesario aportar cifras y resultados concretos. Ahí es donde entran en juego los criterios ESG (ambiental, social y buen gobierno o gobernanza, por sus siglas en inglés). Éstos se utilizan para evaluar el desempeño de una compañía en términos de sostenibilidad y responsabilidad social corporativa.
Cada vez más inversores eligen empresas responsables que integran en su día a día estos factores. Los criterios ESG les ayudan a fortalecer su posición competitiva, mejorar su reputación y contribuir al desarrollo sostenible. A través de prácticas y acciones específicas, crean un efecto positivo que afecta a sus tres variables:
- Ambientales: benefician al entorno natural (reducción de los gases de efecto invernadero, menos residuos…). Se demuestra, por ejemplo, planteándose la necesidad de hacer fotocopias. Evitarlas ahorra papel, tinta y energía, y minimiza los residuos.
- Sociales: crean unas condiciones laborales que respetan los derechos humanos (salud, diversidad, inclusión…). Se demuestra retribuyendo justamente la utilización de contenido original creado por un autor y no reproduciéndolo sin autorización previa.
- Buen gobierno: obtienen calidad en los procesos de gestión (transparencia, ética…). Incluye la protección de los datos y de la propiedad intelectual, que implica cumplir con las normativas vigentes. Se demuestra usando la información de forma responsable, pidiendo las licencias de reproducción necesarias para utilizar un material protegido por derechos de autor.
Estos tres factores, convertidos en cifras, son indicadores con información útil que prueban el nivel de compromiso con el medioambiente, con modelos de negocio que apuesten por la acción social y con una estrategia empresarial basada en una gestión adecuada.
La importancia de cumplir con la normativa
«La propiedad intelectual es esencial para el desarrollo sostenible y equitativo de las sociedades, en la medida en que impulsa la innovación, la diversidad cultural, la creación y la difusión de contenidos.»
Carme Riera, presidenta de CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos)
La PI estimula la creación, genera valor económico y social, incentiva el empleo cualificado, ayuda a difundir el conocimiento, enriquece el patrimonio cultural y artístico, facilita el acceso a otras culturas, asegura una sociedad libre y crítica… Son muchas las razones por las que deberíamos cumplir con la normativa y proteger la PI, una herramienta imprescindible para impulsar el crecimiento y el desarrollo sostenible. Sin ella no podemos aspirar a un mundo mejor.