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Propiedad intelectual y género: cómo reducir la brecha  

En el registro de la Propiedad Intelectual (PI), las mujeres están en clara minoría con respecto a los hombres, tanto en los ámbitos artísticos como en los científicos. Esta brecha de género frena las posibilidades de nuevas perspectivas para afrontar retos de futuro. Reducirla y acelerar la innovación y la creatividad es fundamental para potenciar el desarrollo económico y tecnológico a nivel mundial.  

Creadoras con seudónimo masculino  

En el siglo XXIII a.C., la princesa Enheduanna firmó en Mesopotamia la primera obra literaria conocida. Los artistas prehistóricos podrían haber sido en su mayoría mujeres, al contrario de lo que se cree. Sofonisba Anguissola pintó el retrato más famoso de Felipe II, atribuido durante largo tiempo a Juan Pantoja de la Cruz. Camille Claudel fue coautora de algunas de las esculturas más importantes de Auguste Rodin que sólo firmó él.  

Ha habido «genias» y genios, pero no se les ha tratado igual. Muchas mujeres se han visto obligadas a ocultar su identidad tras un seudónimo masculino para ser tomadas en serio, abordar temas controvertidos o, sencillamente, poder publicar. Firmar como varón era un recurso habitual entre las escritoras del siglo XIX. Así mantenían el prestigio social, pues las «mujeres sabias» no estaban bien vistas, y también evitaban los prejuicios, pues los libros escritos por mujeres se consideraban «literatura menor». 

George Sand era Aurore Dupin; Fernán Caballero, Cecilia Böhl de Faber, y Víctor Català, Caterina Albert. Emiy Brontë firmó Cumbres borrascosas como Ellis Bell y su hermana Charlotte plasmó el nombre de Currer Bell en la portada de Jane Eyre. Louise May Alcott y Mary Shelley publicaron Mujercitas y Frankenstein, respectivamente, desde el anonimato. Pero la creencia de que las obras firmadas por mujeres atraen menos público no se limita al pasado. La creadora de Harry Potter, J. K. Rowling, eliminó su nombre en la primera novela de la saga por consejo de sus editores. ¿Por qué los niños iban a querer leer un libro sobre un chico escrito por una mujer? 

La ciencia no es sólo cosa de hombres  

¿Serían igual los algoritmos de Google si Ada Lovelace no hubiese diseñado el primer lenguaje de programación? ¿Existirían el wifi, el GPS o el bluetooth sin el sistema de comunicaciones secreto de Hedy Lamarr y George Antheil? ¿Leeríamos novelas en e-book si Ángela Ruiz Robles no hubiese inventado el libro electrónico? Nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que, aunque la historia de la ciencia y la técnica se haya escrito con nombres masculinos, una legión de mujeres ha formado parte de ella.  

Pioneras como éstas y otras muchas son responsables de descubrimientos punteros. Y, sin embargo, carecen del reconocimiento que merecen. Inventos tan vitales como la estructura del ADN o tan cotidianos como el lavavajillas o la lavadora son fruto del ingenio de una mujer.  

Ignorar y despreciar sistemáticamente los hallazgos de científicas brillantes o adjudicárselos a algún colega varón se conoce como efecto Matilda. Y puede aplicarse a la segunda esposa de Albert Einstein, Mileva Marić, que contribuyó en investigaciones atribuidas en solitario al físico.  

Mujeres y STEM: una carrera de obstáculos 

Innovación y creatividad son motores de progreso. Desde el principio de los tiempos, hombres y mujeres han transformado el mundo utilizando la imaginación. Aun así, ellas siguen estando poco representadas en numerosos campos. Este desequilibrio es muy acentuado en el ámbito STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés). 

En España, sólo el 30% de las jóvenes decide matricularse en carreras de estas disciplinas y, a pesar de considerarse fundamentales para las economías nacionales, la mayoría de países están aún lejos de alcanzar la igualdad de género. Según datos de las Naciones Unidas, las mujeres representan el 33,3% de todos los investigadores, pero ocupan únicamente el 12% en las academias científicas. Sólo son mujeres el 28% de los licenciados en ingeniería y el 40% en informática y computación. Además, las becas de investigación suelen ser más modestas cuando son para ellas, su trabajo está poco representado en las revistas de alto nivel y no se les suele tener en cuenta en los ascensos. 

La contribución de ambos géneros es especialmente desigual en el talento STEM, sobre todo en lo que se refiere a la Propiedad Intelectual. La OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual) la considera una situación «preocupante» y la idea que subyace es la creencia de que las mujeres tienen menos talento que los hombres. La raíz del problema es la falta de interés de las niñas por las carreras científicas o tecnológicas, una actitud que responde a los estereotipos y sesgos de género en la educación, así como a la falta de modelos y referentes femeninos. 

La solicitud de patentes: un indicador de la desigualdad 

Pese a los avances en algunos sectores, las mujeres siguen estando infrarrepresentadas en la Propiedad Intelectual, donde la igualdad de género requiere una atención inmediata. Según datos de la OMPI, sólo en el 23% de las solicitudes de patentes a nivel mundial aparecen mujeres, frente a un 96% de participación masculina. Y sólo el 4% corresponden exclusivamente a mujeres.  

Este acentuado desequilibrio exige tomar medidas urgentes, como el Plan de Acción sobre Propiedad Intelectual y Género de la OMPI, basado en tres ejes de actividad:  

  • El apoyo a los gobiernos en la integración de la perspectiva de género en la legislación, las políticas, los programas y los proyectos de PI. 
  • La coordinación de la investigación sobre el alcance y la naturaleza de la brecha de género en el ámbito de la PI y las formas de reducirla. 
  • La ejecución de nuevos proyectos piloto e iniciativas en materia de género para ampliar los conocimientos y las capacidades de las mujeres y las instituciones que las respaldan en el ámbito de la PI. 

Combatir la brecha pasa, entre otras medidas, por generar acciones que permitan a las mujeres acceder a recursos financieros, incrementar su participación en carreras profesionales STEM e implementar programas, públicos y privados, que les ayuden a conocer los beneficios de la PI.  

La igualdad de género en la innovación y la Propiedad Intelectual no sólo implica alcanzar la paridad en cifras, sino también conseguir que cada persona creadora o inventora, sea hombre o mujer, tenga el mismo reconocimiento y las mismas oportunidades de éxito.  

Fotografías y retratos en la portada:

Laura Manzanera
Laura Manzanera
Periodista de largo recorrido. Escribe artículos y libros desde que sólo se publicaba en papel. Historias variopintas sobre todo y sobre todos, sobre personas y sus creaciones. Y sobre su derecho a protegerlas.

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