El fanart es una expresión artística creada por aficionados a una obra determinada (películas, series, cómics, videojuegos, etc.) Utilizando como inspiración personajes, escenarios o elementos de esa obra que reinterpretan a través de su propia visión.
Que la legalidad es un tema que interesa a los artistas e ilustradores de fanart lo sabe Alberto de Lara, responsable del despacho Artmirror desde donde defienden los derechos relacionados con el arte y la cultura. Aquí dicen recibir numerosas consultas de artistas que cultivan el fanart referentes a la legalidad que rige en torno a una obra derivada de otra original procedente.
Permisividad de las marcas
La primera advertencia que hace de Lara es que, salvo que se adquiera la licencia, la explotación comercial de una obra fanart es ilegal. Otra cosa es que luego las marcas y las compañías acostumbren a ser bastante permisivas con estos artistas. En el caso de Artmirror aseguran no haber llevado litigio alguno de este tipo. Comenta de Lara,
«En general, asumen que es una especie de win-win en el que las marcas acrecientan el fenómeno fan por todo el mundo ampliando la comunidad a cambio de consentir que los ilustradores ganen algún dinero»
Pero tampoco excesiva ganancia porque, como señala el ilustrador y director artístico Julio Alberto Morales, «en cuanto ven que algún creador se lucra en exceso con un trabajo fanart, ya toman cartas en el asunto». The Walt Disney Company, Nintendo Company y Dragon Ball, propiedad de Toei Animation, serían las más agresivas en este sentido. Además de ser de las que más se nutren estos artistas.
Fanart conforme a la ley
Al margen de disponer de una autorización expresa del titular de los derechos de autor, algo que la mayoría de estos artistas consideran inalcanzable. La forma más recomendable de hacer y vender un trabajo fanart es recurrir a obras que han entrado en lo que se conoce como dominio público. Es decir, aquellas que no están protegidas ya por el derecho de autor, pudiendo ser utilizadas sin permiso ni desembolso alguno como se supone que ha sucedido con la primera versión de Mickey Mouse en EE.UU.
Puede darse también el caso de que algunas macas liberen parte de su obra mediante Creative Commons (CC) permitiendo a los licenciatarios usar obras protegidas por derecho de autor sin solicitar el permiso siempre que se atengan a las condiciones establecidas por el autor original.
Otra forma de vender fanart conforme a la ley es hacerlo a través de alguna de las plataformas digitales especializadas en fanartistas. Teniendo en cuenta que la legislación no es la misma en todos los países, entran aquí soluciones como las de Redbubble, Society6, o Etsy. Recordar también, como se señalaba en este otro artículo, 3 páginas donde licenciar y vender fanart, que cada plataforma tiene sus propias normas sobre el tipo de fanart que se puede vender.
En cualquier caso, teniendo en cuenta las escasas ganancias que se obtienen con la venta de una lámina de este tipo, la mayor parte de los fanartistas prefieren ahorrarse la comisión y vender directamente a través de las redes, su página web o asistiendo a ferias o eventos presenciales.
A la hora de registrar la obra fanart
Que un creador de fanart encuentre la inspiración de una obra preexistente, no significa que no hagan uso de su propia creatividad cuando versionan o interpretan a su estilo un personaje al que admiran. Se considera entonces como un tipo más de creación artística susceptible de ser registrada en sitios como Safe Creative y protegida legalmente como cualquier otra obra nueva con sus correspondientes derechos.
Según el artículo 11 de la Ley de Propiedad Intelectual en el punto referente a las obras derivadas, como es el caso del fanart,
«sin perjuicio de los derechos de autor sobre la obra original, también son objeto de propiedad intelectual: Las traducciones y adaptaciones; las revisiones, actualizaciones y anotaciones; los compendios, resúmenes y extractos; los arreglos musicales, cualesquiera transformaciones de una obra literaria, artística o científica».
De esta forma, una vez registradas, las obras derivadas también quedan protegidas, incluso si las obras originales han pasado ya a ser de dominio público. Cuanto menos se asemeje el fanart a la obra original, más sencillo será el reconocimiento. Otra recomendación es no dañar la imagen o la reputación del autor original de la obra.
No obstante, además de registrar la autoría del trabajo, algunos autores recurren a otras tácticas para resguardar su obra. Como son camuflar una marca de agua en la imagen o incluir avisos legales en las publicaciones indicando la propiedad de la obra.
Otra forma de evitar conflictos con las marcas o los propietarios de los derechos es evitar confusión entre la obra original y el fanart. Haciendo gala de creatividad suficiente que evidencie que nos encontramos ante un fan que homenajea con su arte a sus personajes favoritos.
Aun así, artistas tan populares como el responsable del sitio Juapi Coffee Artist, reconocen lo complicado que es hacer frente a los casos de apropiación, más cuando las láminas copiadas se venden en otros países.
Límites que no conviene traspasar
Podría también darse el caso de que algún fanartista se animara a dar el salto de la lámina al merchandising estampando sus ilustraciones. Recuerda de Lara que, en estos casos, lo habitual es que los mismos proveedores exijan al artista la firma de un contrato u otro documento legal. Que les exima de la responsabilidad ante posibles reclamaciones en derecho. Para Juapi esta práctica es arriesgada, más en el supuesto de no tener registrado el trabajo.
Concluye de Lara que la mejor manera de evitar conflictos es cultivar el fanart sin ánimo de lucro. Utilizarlo como reclamo para dar a conocer tu obra a un público mayor aprovechando el fenómeno, pero sin perder el foco de crear tu propia identidad.