El pasado mes de enero de 2024, la Cámara de los Representantes de los Estados Unidos, liderada por la congresista Maria Elvira Salazar, presentaba un proyecto de ley contra el fraude generado mediante Inteligencia Artificial.
La propuesta se denomina No Artificial Intelligence Fake Replicas And Unauthorized Duplications (“No AI FRAUD Act”). Se centra en combatir el uso no autorizado de réplicas de la voz, imagen y otros datos biométricos de autores y creadores.
El proyecto se presenta ante el avance inexorable de tecnologías que replican o clonan de forma prácticamente idéntica la imagen y voz de las personas. Lo logran mediante sistemas de Inteligencia Artificial, y constituyen auténticos robos de identidad.
Puntos clave
El texto gira en torno a tres claves fundamentales:
- Reafirmar que la imagen, la voz y el resto de datos biométricos de las personas están protegidos. Los individuos tienen el derecho a controlar su uso.
- Dotar de herramientas a los sujetos perjudicados para hacer valer estos derechos frente a quienes faciliten, creen o difundan fraudes de IA sin su permiso.
- Equilibrar estos derechos con el resto del ordenamiento jurídico americano, en especial los derechos reconocidos en la Primera Enmienda, para salvaguardar la expresión y la innovación.
Según palabras de Salazar:
«Esta ley viene a cubrir un vacío legal existente en el ordenamiento jurídico, y a dotar a los artistas y a los ciudadanos estadounidenses de las herramientas necesarias para proteger sus derechos, su trabajo creativo y su identidad en Internet.”
Mención especial a los artistas musicales
El avance de las IA generativas, en especial aquellas que permiten replicar la voz e imagen de sujetos sin su autorización, afecta a todos los ciudadanos. Sobre todo a aquellos que, por su profesión, llevan una vida pública y se encuentran bajo los focos. Se hace en el texto mención especial a los artistas musicales, que ha sido uno de los colectivos que más expuestos se han visto.
Sólo hace unos pocos meses, artistas musicales de la talla de Drake, The Weeknd o Bad Bunny veían como proliferaban en Internet canciones creadas mediante IA que empleaban sus voces sin su necesaria autorización.