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Influencers cobran por promocionar imitaciones de diseñadores realizadas en China

Una ola creciente de influencers está ganando dinero promocionando en Facebook, TikTok, Discord y Reddit imitaciones ilegales de productos de lujo provenientes de China. Son la cara pública de una nueva y sofisticada economía de falsificación difícil de combatir. Funciona conectando a compradores internacionales con plataformas de comercio electrónico chinas, que actúan como intermediarios, para dar acceso al mercado de falsificaciones que se suelen vender sólo en China. 

Las apps chinas de falsificaciones han aumentado un 26% su facturación

Los influencers reciben una comisión por cada venta que se genera a través de los enlaces a anuncios que facilitan a sus seguidores y que permiten a los sitios de comercio electrónico chinos rastrear los pedidos. Según un reciente reportaje de Wired, se estima que, con su ayuda, las apps chinas de falsificaciones han aumentado un 26% su facturación en 2023. Los productos falsificados incluyen desde ropa y accesorios de lujo hasta productos de uso cotidiano como las populares copas Stanley. También, conjuntos de bádminton con logos de Chanel o vestidos de la marca Skims e, incluso, copias piratas de libros de autoayuda como The Psychology of Money de Morgan Housel. 

Las normas de publicidad y las pautas comunitarias de TikTok incluyen «no publicar, compartir ni enviar ningún contenido que incumpla o infrinja el copyright, las marcas comerciales u otros derechos de propiedad intelectual de terceros». Sin embargo, la investigación de Wired reveló que algunos influencers promocionaban productos falsificados, lo que llevó a la plataforma a suspender varias cuentas. «Aplicamos continuamente normas estrictas contra los productos falsificados, invertimos mucho en la detección y la denuncia y ofrecemos un Centro de protección de la propiedad intelectual para las marcas», aseguró Mahsau Cullinane, portavoz de la red social. 

Las empresas más pequeñas son las más perjudicadas por el plagio

Por su parte, Daniel Shapiro, vicepresidente de alianzas estratégicas de Red Points, una empresa especializada en la detección de falsificaciones online, señala que casi cualquier artículo puede ser replicado con rapidez hoy en día. Un problema que se acrecienta en el caso de las empresas más pequeñas que ven cómo se aprovechan de sus marcas registradas y de su propiedad intelectual plagiando sus diseños en versiones de alta calidad denominadas «réplicas». Estas imitaciones no deben confundirse con los «dupes», que son productos similares a otros pero que tienen su propia marca. 

El mercado de falsificaciones supone el 2,5% del comercio mundial anual

Para dar una idea de la envergadura que ha adquirido el mercado de las falsificaciones y productos pirateados bastan unos pocos datos. Un estudio de la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) indica que representa en torno al 2,5% del comercio mundial anual. Los canales favoritos para comprar estas falsificaciones son Facebook e Instagram. Así lo atestigua una encuesta realizada el año pasado entre compradores de 17 países que reveló que el 68% de las personas que compraron una imitación en las redes sociales eligieron Facebook.  

Los ecommerce chinos se escudan en su actuación como intermediarios

A esto se suma que Pandabuy, una de las plataformas de comercio electrónico más destacada de esta economía de falsificaciones, en diciembre pasado anunció a través de su cuenta de Discord que se habían unido más de 15.000 influencers en el último año a su programa de marketing de afiliados. Según recoge Wired, un representante de atención al cliente del ecommerce que se identificó como Yaya, defendió la posición de la empresa afirmando que sólo actúan como intermediarios y no son responsables de lo que los compradores eligen adquirir. «El proceso es bastante simple. Pedimos al vendedor lo que el cliente necesita», afirmó. 

La mayoría de los jóvenes está a favor del uso de falsificaciones

A pesar de que la generación Z se considera activista y sostenible, un estudio de The Business of Fashion y McKinsey & Co. ha puesto de manifiesto que el 54% de sus miembros está de acuerdo con el uso de falsificaciones y el 37% admite haberlas usado o estar dispuesto a hacerlo. Como apunta El País, esto refleja un cambio en la percepción del lujo, donde la autenticidad ya no se asocia tanto con la originalidad del producto, sino con la honestidad personal de admitir que se trata de una falsificación. 

Por su parte, en respuesta a esta creciente amenaza, firmas del sector del lujo como LVMH, Kering, OTB o el grupo Prada crearon hace un par de años Aura Consortium. Se trata de una plataforma digital que utiliza tecnología blockchain para verificar la autenticidad de sus productos. Sin embargo, la efectividad de estas medidas es limitada frente al volumen de productos falsos que circulan en el mercado.  

El tiempo dirá si la generación Z, que todas las marcas luchan por atraer, está viviendo una fase pasajera de rebelión juvenil o mantiene su actitud en el tiempo ante las falsificaciones. 

Fuentes: Wired, El País  

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