SAFE CREATIVE · CREATORS

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El impacto de las RRSS en la difusión y protección de obras con derechos de autor

Las redes sociales han transformado radicalmente la manera en que compartimos y consumimos contenido creativo. Instagram, YouTube y TikTok, y nuevas redes sociales emergentes como Bluesky, han eliminado las barreras para llegar a audiencias globales, abriendo a los creadores la posibilidad de difundir y monetizar sus obras con facilidad e inmediatez. No obstante, esta accesibilidad abre una importante vulnerabilidad, poniendo sobre la mesa riesgos de infracción de derechos de autor. Algo que afecta directamente al control de la autoría y a la monetización del contenido generado por los creadores.  

Redes sociales: una moneda con dos caras 

Por un lado, las redes sociales ofrecen a los creadores una excelente plataforma para exponer su trabajo, obtener ingresos y conectar con audiencias a las que fidelizar. Por otro lado, la exposición del contenido en las redes puede ser copiado, reutilizado e incluso monetizado por terceros, sin el permiso de sus creadores y sin que estos perciban beneficio alguno cuando sus creaciones son reutilizadas, versionadas o, simplemente, replicadas.

Es evidente que las redes sociales han transformado las expectativas de los consumidores, tanto de contenidos como de bienes y servicios. Hoy en día, la inmensa mayoría de los usuarios esperamos acceder a contenido de calidad de forma gratuita, lo que no juega a favor de que los creadores encuentren un camino sencillo para obtener rendimiento monetario de su trabajo sin recurrir a publicidad o patrocinios.  

Políticas de protección de las principales redes sociales 

Meta permite denunciar infracciones, pero el proceso acostumbra a ser lento y complicado para los creadores individuales. Las corporaciones, en cambio, suelen tener línea directa con los equipos de soporte y los procesos son más fluidos, aunque no siempre. La matriz de Facebook e Instagram ha ampliado, por ejemplo, su acuerdo de licencia con Universal Music Group, permitiendo que la música de sus artistas esté disponible en plataformas como WhatsApp y Threads, además de las ya existentes.

En su esfuerzo por ser más respetuosa con la autoría, Meta ha implementado un sistema de verificación de pago, Meta Verified. Otorga a los creadores una insignia de autenticidad a cambio de una suscripción mensual. Se trata de una verificación que proporciona mayor visibilidad y al tiempo una protección más estricta contra suplantación de identidad. Pero plantea interrogantes sobre la equidad del sistema, ya que el acceso a estas ventajas está condicionado al pago de una cuota, no al reconocimiento del talento o la originalidad del contenido. 

Los mecanismos actuales de la plataforma TikTok para proteger derechos de autor son más limitados que los de Meta. Esta es una coyuntura que ByteDance reconoce y trata de corregir. En esta línea, recientemente TikTok ha fortalecido sus políticas y herramientas para gestionar infracciones, facilitando a los titulares de derechos un proceso más transparente de denuncia de las infracciones de autoría y derechos derivados.

Por su parte, el sistema Content ID de Youtube permite a los creadores identificar y reclamar contenido que haya sido utilizado sin su autorización. Además, está perfeccionando una tecnología novedosa para detectar contenido generado por inteligencia artificial, como composiciones musicales o imágenes y vídeos que reproduzcan la fisonomía de personajes conocidos. El objetivo es garantizar, con el mínimo margen de error posible, la autenticidad del contenido que se ofrece en la plataforma.

Finalmente, Bluesky se posiciona como una red social descentralizada que prioriza la transparencia algorítmica y pone en manos del usuario el control completo de sus datos, sus contenidos y sus posibilidades de monetización. Las impresiones generalizadas de quienes ya utilizan Bluesky de manera habitual son que su promesa de transparencia y respeto de la privacidad de los datos es bastante acorde con lo que realmente cumple. 

Sea como sea, los creadores afrontan cuatro grandes problemas en relación con la autoría y atribución de sus obras. A saber, la reutilización sin consentimiento (videos o imágenes que se redifunden sin permiso y sin mención a los creadores): la apropiación no autorizada (terceras partes toman el contenido en redes que les conviene y lo utilizan, en todo o en parte, para crear anuncios, campañas o acciones para vender productos y servicios); la manipulación fuera de contexto (el contenido original es alterado para obtener piezas que nada tienen que ver con el espíritu y objetivo del original), una práctica con potenciales graves consecuencias para la reputación de sus creadores; y la AI nurturing (quizá sea en este punto donde está el gran caballo de batalla). La IA puede utilizarse con facilidad para crear o recrear relatos que imiten con extraordinaria precisión el estilo de los autores o protagonistas sin su conocimiento y, desde luego, sin su autorización. 

En definitiva, se torna difuso el linde entre dónde acaba la creación de unos y dónde empieza la aportación de otros y, lo más espinoso, qué porción de autoría corresponde a cada parte. Una disquisición sobre qué parte contratante tiene derecho a qué parte de autoría y cómo se establecen los acuerdos entre las partes contratantes de cada parte sería digno de los Hermanos Marx. Pero no está el contexto como para ponerle mucho humor al tema. Un ejemplo muy ilustrativo de los riesgos para los creadores es el de Rubén Blades.

El autor de Pedro Navaja denunció al partido político español Vox el pasado mes de enero de 2025 por utilizar sin autorización su más conocida canción en una parodia política que se viralizó rápidamente en redes sociales. Blades declaró que en ningún momento había autorizado el uso de su obra con fines políticos y denunció el hecho como una violación de sus derechos de autor. Este no es un incidente aislado. Hay y habrá más. Por eso, es necesario adoptar buenas prácticas para proteger el contenido.

En primer lugar, registrando las obras con plataformas como Safe Creative para proteger legalmente el contenido antes de publicarlo. También podemos utilizar marcadores digitales para hacer más difícil el apropiamiento indebido de imágenes y vídeos. Otra opción es configurar licencias precisas que no dejen resquicios o aspectos abiertos a la libre interpretación. 

Sea como sea, es básico realizar una supervisión permanente, monitorizando de manera regular y sistemática las plataformas para detectar usos no autorizados del contenido. En este sentido, existen plataformas especializadas muy eficientes que ayudan en este cometido: Brand24 (herramienta sencilla e intuitiva de monitorización de redes sociales que permite rastrear menciones de marca o contenido en tiempo real); Mention (facilita monitorizar menciones de contenido en redes sociales, blogs y webs y reaccionar de forma rápida ante las infracciones detectadas) o Sprout Social (herramienta de gestión de redes sociales que ofrece capacidades de escucha social muy eficaces para rastrear menciones y conversaciones relacionadas con un contenido concreto). Finalmente, en caso de infracción, es aconsejable emprender medidas legales rápidas para evitar perjuicios importantes. 

Protección activa, no pasiva 

La combinación de concienciación, acreditación, tecnología y acción será la que haga posible garantizar que la creatividad sea un valor objetivo y no un intangible subjetivo, y que los creadores mantengan el control de sus obras y de ellos dependa la forma en que se comercializan y monetizan.

Las redes sociales son un escaparate global, es cierto. Facilitan llegar a mucha gente de forma casi instantánea, es cierto. La posibilidad de monetizar los contenidos sea amplia, también es cierto. Pero poner un contenido en circulación y desentenderse de su seguimiento, confiando en que no será utilizado de forma alguna en beneficio de otros es, como mínimo, una ingenuidad. 

Blockchain y el Santo Grial 

¿Será blockchain el santo grial en la salvaguarda de los derechos de autor? Aquí entra en escena la iniciativa SecureRights, un marco de Gestión de Derechos Digitales (DRM) potenciado por blockchain. SecureRights es una prometedora y robusta herramienta que combina blockchain, hashing perceptual y codificación avanzada para verificar la autoría y salvaguardar la protección de contenidos digitales. La realidad, mientras tanto, es que el panorama digital seguirá evolucionando, planteando nuevos desafíos y oportunidades.  

La creatividad y la innovación no están únicamente en las obras, sino en las estrategias de los creadores para protegerlas. La pregunta ya no es si los creadores deben adaptarse, sino qué herramientas y estrategias marcarán la diferencia entre proteger el talento o perderlo en el ruido digital. 

🪧 Aviso: los artículos de Opinión reflejan las perspectivas de sus autores. SafeCreative no se identifica necesariamente con los puntos de vista expresados en ellos.
José Antonio Rodríguez
José Antonio Rodríguez
Especialista en Marketing digital y Data Analytics. Su experiencia profesional abarca la Comunicación, el Marketing y el Data Research. Trabaja para compañías nacionales e internacionales en la detección e identificación de tendencias y oportunidades. José Antonio es Licenciado en Ciencias de la Información, partner en Lewis & Carroll y CEO de Smoke & Data. El entorno digital es su pasión.

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