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Debate sobre los límites de la IA en la creación artística, en el Observatori Cultural

Las «tres C» de la propiedad intelectual –consentimiento previo, crédito y compensación– son objeto de un debate organizado por el Observatori Cultural de la Universidad de Valencia. Artistas y expertos en derechos de autor han planteado las cuestiones que se han de afrontar para hacer un uso responsable de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito de la creación artística. 

En la jornada han participado Ainara LeGardonl, música, artista y especialista en propiedad intelectual; Marelisa Blanco, abogada y dibujante a la que se conoce como dibugada; y Luis Demano, ilustrador y diseñador gráfico. El objetivo de esta iniciativa, liderada por el profesor de la Universidad de Valencia Raúl Abeledo como director del Observatori Cultural, es reflexionar sobre la irrupción de la IA generativa y la falta de herramientas para comprobar su grado de intervención en la creación artística. 

Pesimismo entre artistas y expertos en propiedad intelectual 

«El panorama es complejo y no sólo por la confusión respecto a si un material generado por IA está o no protegido por derechos de propiedad intelectual y a quién le correspondería su titularidad, sino también por la forma en la que las empresas tecnológicas han desarrollado sus aplicaciones tomando obras protegidas sin solicitar consentimiento previo, sin otorgar el debido crédito y sin compensar a las personas creadoras», asegura Abeledo. 

Los invitados han aportado sus puntos de vista respecto al impacto de la IA en la creación artística y su difusión, los riesgos que tiene esta tecnología en el trabajo del artista y la protección jurídica del proceso creativo y la obra resultante. En general, domina el pesimismo y piden que se aborden cuestiones cruciales. 

Búsqueda de beneficios sin importar los daños 

Para Demano, el punto de partida del conflicto es que el objetivo principal de la IA «es beneficiar a los accionistas haciéndose con el mayor rango de mercado sin importar los daños que puede acarrear. Y, el sector cultural, que está altamente precarizado y atomizado, es el que más está pagando las consecuencias». LeGardon pone nombre a los daños: «Estos modelos se han desarrollado en base a una vulneración masiva de derechos de propiedad intelectual, laborales y medioambientales, entre otros». A lo que Blanco añade su disconformidad con el planteamiento que se pretende hacer de «adaptarse para no morir» y recuerda los cientos de miles de creadores que han visto violados sus derechos de autor dando lugar a la interposición a demandas en Estados Unidos y Reino Unido. 

Principales riesgos de la IA en la creación artística 

En la valoración del impacto de la IA en la creación artística y en su difusión, los participantes ven más puntos negativos que positivos. Blanco destaca la pérdida de reputación para los artistas, el posible plagio, la usurpación de la personalidad o el estilo artístico, así como vulneraciones de la propiedad intelectual o el riesgo de que resulte casi imposible encontrar material original. Por citar una cuestión positiva la dibugada, se refiere al ahorro de tiempo que el uso de IA puede suponer para los creadores. 

Consecuencias del impacto de la IA 

Las consecuencias de este impacto van desde el empobrecimiento y la mayor precarización de un sector ya precarizado de por sí hasta la pérdida cultural. Para Blanco, lo interesante de las artes «son las miradas que aportan, el pensamiento que hay detrás o la reflexión sobre la obra. Sin embargo, los desarrollos de las IA sólo se basan en trabajos previos realizados por humanos, porque carecen de capacidad de innovación». 

En principio, la Ley de Propiedad Intelectual prevé un límite para la minería de datos, pero se circunscribe a la investigación científica. Por su parte, los artistas también tienen el derecho a oponerse a que se usen sus obras para entrenar a IA, pero la falta de transparencia de las compañías tecnológicas en este proceso no ha permitido ejercerlo hasta que han lanzado al mercado sus modelos y los artistas han detectado su uso. 

En este momento, la mayor parte de las esperanzas del sector cultural están puestas, según Demano en la AI Act europea, «aunque esperamos que en el futuro pueda profundizar más y extender los puntos positivos». 

La ley de IA europea llegará tarde 

En todo caso, como hasta 2026 no vence el plazo de adaptación de la ley para los países de la UE, se considera que llegará tarde y con grave riesgo de quedarse obsoleta en el mismo momento de su nacimiento. «Nadie podrá resarcir a los autores y las herramientas jurídicas a mano son muy básicas», asegura Blanco. Una opinión en la que LeGardon coincide cuando indica que la Guía de buenas prácticas del Ministerio de Cultura, «es un documento que no profundiza y se queda en letra muerta». 

La solución pasa por respetar la propiedad intelectual 

No obstante, Blanco reconoce que se trata de una tecnología interesante y no va suponer el fin de la creación. Aunque, «si el marco jurídico no defiende al autor y su obra, será el fin de la posibilidad de vivir con dignidad de nuestro trabajo». Por eso, reclama que se respete la propiedad intelectual. Considera que la IA «podría ser un sistema interesante a nivel artístico, por ejemplo, algunos artistas podrían compran modelos para alimentarlos con sus propios dibujos y generar obras o terminar obras de forma más sencilla». 

Demano también señala como ventaja de la IA «su bajo consumo energético en el actual contexto de crisis climática», eso sí, siempre que se utilice como una herramienta al servicio de los intereses colectivos. 

Fuente: Noticias UV, Europa Press 

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