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Cómo proteger a los autores de la difusión ilegal de ebooks

La revolución del ebook de las dos últimas décadas ha abierto de par en par las puertas de la cultura. Nunca fue tan fácil ni tan barato para los lectores acceder a un libro; ni tampoco tuvieron nunca los escritores tantas posibilidades de llegar a un público tan amplio de forma tan inmediata. A nuestros dispositivos llegaron, en apenas unos segundos y en ocasiones por apenas unos céntimos, el Quijote, Macbeth o Frodo. Pero por las costuras abiertas por esa revolución que irrumpió tan fuerte como rápido, también consiguieron colarse quienes amenazan los derechos de autor y la supervivencia de un sector editorial que está aprendiendo a blindarse. 

En el mar de la cultura, la piratería digital ha encontrado en los escritores y en las editoriales a una de sus víctimas más vulnerables. Apropiarse de un trabajo como el suyo, que es tan complejo como invisible, es casi tan sencillo como llevar a cabo un «copia y pega». Un gesto simple que, sin embargo, es capaz de destruir infinidad de puestos de trabajo entre maquetadores, editores, traductores, ilustradores… Y que también puede llegar a matar el incentivo a la creatividad del propio escritor. 

Precarización de los escritores 

El formato del libro electrónico, sencillo de plagiar, juega en contra del mundo del libro, que cifra sus pérdidas en millones de euros anuales. Al reducirse las ventas, se limitan los puestos de trabajo, las apuestas de las editoriales por nuevas historias, los salarios… La precarización es, por tanto, una realidad en el sector. 

Ni qué decir tiene, por tanto, cuál es la situación de la inmensa mayoría de escritores. Aunque son quienes aportan un conocimiento de nicho o cuentan historias de proximidad, saben que escriben más por una satisfacción creativa personal que por una perspectiva de enriquecimiento real. Vivir de lo que escriben es un sueño al alcance de muy pocos; algunos estudios apuntan a que apenas uno de cada diez puede hacerlo. 

¿Cómo, como sociedad y como consumidores, podemos proteger los derechos de autor en una industria indispensable para nuestro desarrollo cultural? 

Impacto de la difusión no autorizada de contenido en diferentes sectores 

Independientemente de que seamos o no creadores de cualquier tipo, la piratería nos afecta a todos. Un reciente estudio de finales de 2023 cifró el coste que ha tenido para las arcas públicas durante la última década en 6.500 millones de euros. Aunque, lógicamente, es mucho mayor para los distintos sectores implicados en la cultura. 

Los datos del Observatorio de la Piratería y Hábitos de Consumo de Contenidos Digitales, un informe elaborado por la consultora GfK, son preocupantes. En 2022, las pérdidas para los distintos sectores (música, cine, periódicos, fútbol…) fueron de casi 2.000 millones de euros. 

El sector editorial, en concreto, perdió el año pasado a manos de la difusión no autorizada de libros electrónicos 217 millones de euros. Aunque el dato más preocupante es que este sector registró un aumento del 35% respecto al año pasado. 

Qué hacer para combatir el impacto en el sector editorial 

Para combatir esta lacra, la base, como siempre, es que existan unas leyes de propiedad intelectual contundentes pero flexibles. Capaces de defender a la industria y con la suficiente flexibilidad como para adaptarse al cambiante escenario de Internet. La mayoría de los países cuentan con leyes que protegen los derechos de autor de las obras literarias, incluyendo los ebooks. Sin embargo, las medidas más eficaces están demostrando ser las orientadas a la prevención. 

  • Medidas tecnológicas: durante los últimos años, se han desarrollado nuevas formas de rastrear y censurar las vías por las que se distribuye contenido sin licencia. Una es el bloqueo, por ejemplo, de los proveedores de Internet de determinadas webs, marcadas como infractoras de la normativa copyright. Otra son las marcas de agua digitales en los libros electrónicos para rastrear su viaje en la red. 
  • Compromiso de las autoridades: es la premisa fundamental para que todo lo demás funcione. No solamente desarrollando una legislación cada vez más fuerte, sino también llegando a acuerdos con los gigantes de Internet, como Google, Microsoft o Telegram. El objetivo es que pongan en marcha mecanismos que identifiquen y bloqueen el acceso a determinados contenidos. 
  • Fortaleza de la industria editorial: por un lado están las iniciativas para luchar directamente, como las marcas de agua, denuncias, nuevos formatos de archivo… Pero el sector del libro también tiene que poner en marcha iniciativas que seduzcan al consumidor, como precios competitivos, plataformas de intercambio, suscripciones… 
  • El escritor también debe blindar su trabajo en el registro de propiedad intelectual de su país o en plataformas digitales como Safe Creative. Ésta, además de registrar la autoría de un texto de forma prácticamente inmediata, permite una mayor cobertura en Internet. Aquí hay una guía de cómo hacerlo y de sus posibilidades. 
  • Concienciación ciudadana: el último eslabón es sin duda el más importante, pues nada de lo que hagan los diversos actores de la industria será 100% eficaz si no existe una sensibilización del público sobre la importancia de respetar los derechos de autor y las consecuencias negativas de la piratería. 
Alberto Muñoz
Alberto Muñoz
Periodista en El Periódico de España, donde está especializado en Tribunales e Investigación.

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